sábado, 26 de enero de 2013

El fin de la impostura

La clase política que nos gobierna, en representación de los intereses de sádicos y monstruos aún mayores, banqueros estafadores que dirigen la economía con perversa y malévola frialdad, ha perdido hoy toda credibilidad, si es que le quedaba alguna, después de décadas de corruptelas, engaños y decepciones múltiples en nombre de una palabra que sólo mentarla, ya me produce un enorme asco: Democracia. Y es que esta palabra parece el nombre de un diabólico juego para niños, reproducido por los padres mas inmorales e irresponsables que puedan existir. Como el sentido común en esta podrida sociedad ya no existe, lo único que queda es la mentira. Mentira que construye falsas esperanzas sobre el ánimo de las almas más cándidas, que aún son incapaces de comprender, tamaño es el despropósito y la ofensa, el timo al que están sometidas a diario en sus programadas existencias. Para esta gente, el concepto de libertad y de democracia se encuentra literalmente, en pañales. No comprenden que es sólo una quimera irrealizable en el marco de un mundo sujeto a las férreas leyes del neoliberalismo y del capitalismo más exacerbado, ese que reza, pero que se niega a admitir en un ejercicio de puro cinismo que: No son personas, son números. Porque esa es realmente la esencia del capital, en su estadío más avanzado: Convertir al ser humano en una mercancia. En algo que, en caso de que no sea puramente productivo, pierde todo valor como objeto de explotación y es desechado. Vivimos realmente bajo la tiranía de ese demonio, que todo lo envuelve y todo lo empapa, en un mundo que tiene cada día más de distopía que de utopía. El drama de esta sufrida realidad es tal, que es difícil de ser percibido y mucho menos comprendido, pues sería capaz de derribar en su más profunda comprensión, cualquier creencia o mito, valor o costumbre, que permite que este demoníaco sistema siga con vida. De ahí la expresión tantas veces oída "El sistema es un muerto viviente".





Así que, mientras unos pocos nos enfrascamos en tales deliberaciones, una inmensa mayoría vive sumida en un estupor, mezcla de tristeza e indignación, sin comprender realmente cual es la verdadera génesis del problema, subyugados por el peor de los enemigos del hombre: El miedo. Para empeorar las cosas, ahí tenemos a la flamante clase política, flamante por la mierda y la densa energía que irradian, mentirosa compulsiva que sólo puede engañar y escurrir el bulto con mil triquiñuelas y retorcidas argumentaciones sin sentido o razonamiento alguno, que consigue paliar la indignación de esos muchos y otorga aún mas credibilidad y legitimidad a aquellos pocos que, verdaderamente, despertaron del sueño onírico del sistema, enfrentándose a la realidad tal y como es: Un esperpento o espectáculo circense sin parangón en la historia de la humanidad.



La España del siglo XXI...



Porque si bien siempre hubo ricos y pobres, malvados y bondadosos, al menos, antaño, se sabía la realidad y sino se experimentaba en las propias carnes, aunque fuese a golpe de espada, bayoneta o porrazo. Hoy sin embargo, la misma realidad, se ha tratado de disfrazar y el resultado ha podido funcionar, a trancas y barrancas, durante un tiempo, pero la capa de tinta china o falso barniz en el que ingeniosamente trató de ocultarse, se ha diluido, desprendido en el fragor de los acontecimientos de una verdad que lucha por salir del agujero en el que está confinada, con más fuerza que nunca. Cosas de la globalización, tan mala para unas cosas desde el prisma economicista, como buena en su aspecto informacional y de trascendencia colectiva de los problemas que nos acechan a todos, en menor o en mayor medida, en este planeta de homínidos bípedos con vocación de humano. Así están las cosas, después de los mayas, Nostradamus y demás profecías acerca del fin de los tiempos. Estamos por fin, en el fin de los tiempos. Ahora sólo queda contemplar la caída, con la mayor dosis de humor posible, y buscando todas las alternativas de supervivencia vital que se nos ocurran. Porque la vida y la aventura siguen estando ahí, para todo aquél que sepa valorarlas, e ignoran con crudeza la estupidez y la maldad del hombre, al tiempo que lo condenan con estrépito a un destino funesto.

miércoles, 16 de enero de 2013

El precio de la vergüenza 2

De nuevo vuelvo a encontrarme con estas maquiavélicas demandas de fondos por parte de la banda de criminales que organizan el mundo, haciendo cada día mayor la brecha entre ricos y pobres de solemnidad. La frivolidad de UNICEF parece no tener límites, y ahora invaden no sólo espacios publicitarios en el Metro o en las marquesinas de los autobuses, sino en el interior mismo de estos últimos, colgando cartelitos en las barras de sujección a modo de guirnaldas de Navidad. Un sistema que especula con el precio de los alimentos a diario en los casinos globales de los mercados, se permite como digo la frivolidad o la desfachatez de solicitar ayuda en forma de sms para los más "desfavorecidos", arruinando un poquito más al adormecido e inconsciente ciudadano de a pie que ya ve como la deuda ajena e ilegítima contraída con las naciones expoliadoras y acreedoras, ha dejado de ser sólo una sufrida realidad de los países tercermundistas, para instalarse también dentro de nuestras fronteras, en Occidente. 


La mercantilización de la vida humana es un hecho, como podemos ver en este tipo de estafas. Al bajar del autobús volví a encontrarme con el cartel de "Malik", esta vez rezaba lo siguiente: "Y a más sms, más bebés salvarás". Ignominioso.


Todos sabemos ya o deberíamos de saber, que si no se acaba con el hambre en el mundo es porque no interesa y porque no resultaría lucrativo hacerlo. Todo es mercancia en este podrido sistema capitalista, ya que el capitalismo con el sufijo "ismo", es ni más ni menos que el abuso de poder por parte de el capital, en manos de una minoría psicópata y sin escrúpulos que controla el mundo con oscuros propósitos de dominación feudal. 

La sociedad debe de despertar y dejar de apoyar económicamente a grandes instituciones como UNICEF, promovidas por los mismos organismos criminales que provocan desastres y enormes desequilibrios mundiales como la ONU y la OMS. La ONU, un organismo antidemocrático que con un Consejo de Seguridad formado por los 5 gigantes económicos, veta cualquier resolución humanitaria en función de sus intereses capitalistas (Somalia, uno de los países más pobres del mundo, es uno de los principales exportadores de comida, ¿¿Cómo se come esto??), y la OMS, financiada en un 80% por multinacionales farmacéuticas que se lucran con la fabricación masiva de medicamentos y vacunas muchas veces innecesarias, con carácter paliativo, y que no abordan los problemas en su verdadera raíz. Es inmoral, por otra parte, pedir dinero a la ciudadanía para combatir la desnutrición infantil cuando el propio sistema en el que por desgracia nos ha tocado vivir, desecha millones de toneladas de comida cada día, ya sea en el sector agrario o pesquero y al final de la cadena, en grandes superficies de alimentación.. 

Como vemos, todo es falacia y manipulación en este decorado de tragedia griega llamado Tierra, y todo pasa inexorablemente por el demoníaco filtro de la megalomanía especulativa capitalista: Recursos naturales y seres vivos, hombres y mujeres, y lo que es más grave, inocentes niños dados a luz en un infierno en vida que no da tregua alguna a la inocencia de la infancia