¿Por qué sois tan
sucios? ¿Os gusta vivir en la mugre?
Cuantas veces habré deseado formularles dicha pregunta, tan sólo dios lo
sabe, si acaso lo recuerda. ¿Por qué lo tiráis todo al suelo? Imposible de
comprender, algo tan simple. Pero esas cosas, no se preguntan, simplemente uno
observa, padece y trata de comprender, pero calla. No es tu país, asique no
vayas de listo y no cuestiones las costumbres ajenas. Sólo intenta meterte en
la cabeza lo siguiente: ¿ Cómo no van a escupir, si arrojan a la tierra sobre la cual caminan todos
los enseres y residuos plásticos inimaginables que pasan diariamente por sus
manos?. Ya se encargarán, deben pensar, los cuervos, perros, vacas y demás bestias de dar buena cuenta de todo lo aprovechable. El resto, será la maltrecha y extasiada madre naturaleza, la encargada de descomponerlos con el tiempo.
Problema,
reacción, solución, pero a la inversa. Así funciona la India, país de
costumbres y estampas decimonónicas incomprensibles para un tierno europeo
criado entre algodones. Para abordar una cuestión real, a veces es mejor
profundizar en el arquetipo indiano. Probablemente encontremos en este las
respuestas a todas nuestras dudas. No obstante, pensaría el más avezado lector,
se puede escupir, sin tener que avisar uno con antelación de dicha intención,
más vale ser discreto y… No vayas de listo! Piensa. Si todos escupen, entonces,
¿Cómo harían para no brearse a gargajos los unos a los otros, siendo tantos
como son, si no carraspeasen previamente? Imagina los terribles conflictos en
el que la ausencia de esta primitiva costumbre derivaría! De nuevo, vuelvo a
encontrar respuesta a mi pregunta, de la cual tan sólo queda la molestia y el
asco que me produce oír a todas horas el sonoro, característico, gutural y
puerco ruido que precede al tóxico esputo. El carraspeo es el educado y
obligado aviso entre hermanos, asique mejor, seamos positivos y centrémonos en
la creatividad resultante. Fijémonos más bien, en el rico abanico de posibilidades y variedades que
ofrece el escupitajo indio. Esa costumbre que tienen de masticar tabaco en
polvo rojizo, da lugar a posteriori a las más hermosas pictografías que puedan
imaginarse. Son como pequeños Mirós desparramados con gracia por suelos y
paredes. ¿No es maravilloso? ¿Acaso no es esta la mejor y más natural
representación de arte urbano cotidiano que pueda existir?
Otra cosa que choca
violentamente con la sonora ostentación del escupitajo, es el meado. Nada que
ver, en este caso. Al principio, miraba extrañado como ciertos tipos se
detenían en cunetas y bordes de tranquilas y solitarias calles, acequias,
montoncitos de basura o en los propios muros de los edificios. Se agachaban y
poníanse en cuclillas. Daba la sensación de que estaban buscando algo, o
estaban pensativos escribiendo un sms con sus teléfonos móviles o quizá sólo
atándose los zapatos. Luego caí en la cuenta de que todo lo que cae al suelo es
inútil, sea perecedero o no, de que allí gustan de comunicarse a viva voz y de
que no tienen vocación de dedos planos. Finalmente, de que sus amocasinados
zapatos, rara vez suelen tener cordones. La solución al enigma quedaba pues
desvelada: Estaban orinando. Pero era tal la discreción y el silencio, que
cualquiera hubiera pensado en cada una de las opciones anteriores. Bravo por
ellos, pues así, al menos, no se salpican ni los zapatos, ni los móviles, ni
los pensamientos.
oye lobo jaja, no estuve haciendo critica a una cultura ajena, solo quiero empatizar ocn ellos y en una de esas ya empiezo a escupir :)
ResponderEliminaroye usas el chat de gmail?? me dan ganas de hablar contigo :) espero que estes super bien, este es mi mail sc.maura@gmail.com
chau, un beso
mau