Sólo me ha pedido que hable con este, con el hombre, su hijo descarriado, el fruto de su vientre bastardo, aquél que aniquila a sus semejantes por gloria y poder efímeros, aquél que mancilla la tierra a su paso y devora los frutos de la abundancia que le fueron ofrecidos, dejando morir de inanición a sus hermanos, aquél, que lucha contra el tiempo y la razón de su existencia, que jamás poseyó y jamás comprendió. Este hijo de la tierra me ha causado un enorme e insoportable dolor, y ha llegado el momento de poner fin a sus días, antes de que convierta este mundo en cenizas.
¿Que puede hacer un simple hombre, para bajar al hombre de su nube, cómo puede hacerle comprender que todo intento de control y desleal sometimiento sobre la naturaleza está abocado al fracaso más estrepitoso? Puede que exista una solución, y ya que la vida es un camino, le dirá que salga de las ciudades y camine volviendo a sus orígenes, pues sólo allí retomará la consciencia de lo que es y nunca dejó de ser. Sólo allí comprenderá la inutilidad de las mercaderías que con avaricia antaño le poseyeron, acumuladas en su material sinvivir cotidiano. Quizá allí comprenda, que la realidad es simple y hermosa, cuando adquiera conocimiento del propio tiempo que ha dejado de escurrírsele atropelladamente por el sumidero de su acelerada existencia. Sólo entonces el cáliz sagrado de Gaía comenzará a llenar su parco espíritu y alimentará su consciencia y corazón humanos, redescubiertos finalmente en un utópico renacer.
Los grillos le acompañarán en las noches de verano, las chicharras en la calurosa y soleada campiña del mediodía, la vegetación se agitará alegre y presta a su paso en la corriente vespertina del atardecer, mientras las rapaces de las alturas clamen con orgullo su llegada. Finalmente, cuando la oscuridad se haya enseñoreado en el ocaso del día, y sienta propias la vulnerabilidad y la aflicción por el cansancio y la incertidumbre, incluso en ese momento, la inmensidad del cosmos se abrirá eterna y absoluta sobre su cabeza, para decirle con certeza: no estás solo.
lobo, eres un grande
ResponderEliminarLo hice, la volví a publicar. tu eres la mitad del espíritu que habita en este blog, querida amiga
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