miércoles, 27 de junio de 2012

Nada nuevo bajo el sol

Hoy me encontré a un antiguo compañero de la facultad que estudió geografía conmigo, coincidiendo en algunas asignaturas de cuarto de carrera. Estaba haciendo de freegan, o buscando en la basura los restos de comida que una contigua superficie del grupo DIA sita en la calle Barceló de Madrid, desecha a diario por expirar la fecha de caducidad o bien porque no se encuentren en un estado visual adecuado para la venta, aunque queden días para que la calidad de los productos expire. Sentí lástima y asco por la situación, no por él, sino por el hecho de que se tiren toneladas de comida cada día, por el hecho de ver tomates, pimientos, trozos de sandía, cerezas, latas de atún, champiñones envasados y toda serie de productos alimenticios desparramados por la asquerosa acera, mientras miles de millones de personas están padeciendo hambre crónica a diario en distintas partes de esta penosa tierra. Imagino que el grupo DIA, es sólo uno de tantos que acostumbran a llevar a cabo este tipo de injustificables prácticas, pero no por ello dejan de merecerse mi más absoluto desprecio. Casos como este ponen de manifiesto, una vez más, el repugnante sistema en el que nos ha tocado vivir.


Un tercio de la comida mundial acaba en la basura. Con la cantidad que tira un sólo establecimiento cada día, se podrían alimentar a 100 personas.


3 horas antes salía indignado del metro en Alonso Martínez, después de comprobar que la subida en el precio del billete en función de las estaciones, ya es una realidad. Dentro de poco reducirán el servicio, y quién no disponga de vehículo propio más allá de las 12 de la noche los fines de semana, tendrá que apretujarse en los búhos de la EMT para volver a sus hogares, o bien deambular hasta el amanecer como los zombis, por si ya no hubiere suficientes arrastrándose por las calles a todas horas. Cosas del desempleo, supongo. Fuera del suburbano, me topaba con una serie de cartones azules colgados de un hilo, atado entre dos plátanos del bulevar, que recogían todo tipo de abrumadoras quejas acerca de la próxima privatización del canal de Isabel II. Lo verdaderamente abrumador era constatar por enésima vez la pasividad más aberrante: En el metro, la gente seguía pagando con absoluta calma y estúpida religiosidad el precio que las máquinas expendedoras les reclamaban por los billetes. Y fuera, más de lo mismo, pues los carteles pasaban desapercibidos para los transeuntes y con suerte uno de cada cien, se detenía momentáneamente a echarles un desganado vistazo antes de seguir con su procesión de tarde. Ni una sola cara de indignación, ni una queja, ni una palabra malsonante que fracturase el ambiente de abulia que se está consiguiendo imponer a una cada vez más adormecida ciudadanía.


Estas desangeladas maquinitas son el último paso del escarnio y el robo al que estamos sometidos.


Mientras, las terrazas siguen rebosantes de consumidores refrescándose cerveza trás cerveza del pegajoso calor que inunda estos días la capital, de gente que ya ha decidido resignarse y vivir lo que les quede de vida, antes de que la situación se ponga realmente insostenible. Por la aparente calma y tranquilidad reinantes, da la sensación de que aún quedan bastantes años para que la burbuja en la que tenemos la inmensa suerte de vivir la mayoría, termine por reventar completamente, pero mientras, unos pocos vamos viendo como la oligarquía financiera que controla la economía y regula el termómetro de la calidad de vida, sigue paso a paso, apretándole más las clavijas a su mano de obra esclava, canalizando su poder y su tiranía a través del apestoso euro, más cuestionado hoy que nunca. Hoy también, una amiga mía se pregunta cuanto faltará para que termine imponiéndose una moneda única en el mundo y se consiga implementar completamente la dictadura del capital que ya se cierne acechante sobre todos nosotros.


Otra absurdo despiste al que juega el poder para calmar los ánimos de la apaleada masa social. Que parezca que existe la democracia, sí, pero el canal se privatizará igualmente.


Yo creo que es más fácil lograr cualquier tipo de imposición, que tratar de que esta sociedad despierte de algún modo. Ni siquiera el día en el que nos cobren por un vaso de agua o impongan una tasa personal por respirar el tóxico aire que cubre esta maldita ciudad, ni siquiera ese día, moveremos un sólo dedo como colectivo para cambiar las cosas. Y todo esto ocurre porque los malos ya han ganado la batalla. Siento decirlo, pero es así de triste y así de embrutecido y mamarracho es este estúpido pueblo de españoles. Mañana miércoles, no hay dos sin tres. Silencio, juega España. Y el fútbol, manda.


Tres asquerosas lonas cubren ahora las fachadas de la puerta del Sol. Una de ellas interactiva, revelará quién es el futbolista nacional del que más se esté hablando en redes sociales. Por si la estupidez reinante no era suficiente, con esto se pretende marear aún más las pobres conciencias de muchos, para que no piensen demasiado. ¿Qué mejor lugar que la emblemática Puerta del Sol de los indignados para llevar a cabo esta táctica de ingeniería social? Ahora y más que nunca "Panem et Circensis"

viernes, 22 de junio de 2012

Lío en Río



Existe por ahí una película de Michael Caine muy poco conocida, en la que un maduro cincuentón se pierde de farra en el Río de Janeiro de principios de los 80, enamorado de una joven 30 años menor que él e hija de su mejor amigo. La película no tendría relevancia ni relación alguna con el tema que estos días es noticia, si no fuese porque Río y el cachondeo están de moda ahora por el espantoso ridículo o bochornosa farsa en la que lleva camino de convertirse la última Cumbre del Planeta celebrada en esta ciudad. Esta, apodada Río +20 en recuerdo de su predecesora,  celebrada en la misma ciudad allá por el año 1992, es otro quiero y no puedo, otra falacia o burdo intento de acallar conciencias y lavarle la imagen a aquellos que siguen empeñados en destruir la faz del planeta arrasando con los recursos naturales y que se siguen aferrando al peligrosísimo dogma de un capitalismo moribundo, sin razón de ser y refundado una y mil veces en beneficio de los mismos y en detrimento de los de siempre. En aquél entonces, el mundo entero, o quizá sólo aquella facción de personas conscientes de los peligros que las actividades y el desarrollo humano descontrolado estaban empezando a fraguar, sufrieron la vergüenza en sus carnes cuando una niña canadiense de 12 años sacó los colores a la oligarquía política y económica mundial con un duro y objetivo análisis de la realidad.





Hoy, la situación es mucho más grave y la cuenta atrás hacía una situación de desgaste y ruina ecológica irreversible, hace décadas que inició su cuenta regresiva. En la entrada anterior hice hincapié acerca de la estupidez humana, mediante la cual el hombre sólo reacciona cuando choca con sus propios límites. Esta vez parece que no va a ser diferente. Mientras el planeta se pudre y los ecosistemas marinos y terrestres de la biosfera se tambalean en la cuerda de las extinciones masivas, el mundo vive ajeno a ello envuelto en dilemas y preocupaciones macroeconómicas banales, fabricadas por una crisis económica, en sí misma, prefabricada. Justo al borde del abismo, parece que el conjunto de aquellos que toman decisiones y controlan los destinos de millones de personas, siguen cegados y empeñados en hacernos nadar a contracorriente, camino del suicidio y el despropósito más grande jamás visto. Y es en esta tesitura de pesadilla en el que otra niña, esta vez una neozelandesa de 17 años, ha vuelto a denunciar la infamia en la ceremonia de inauguración: "¿Están aquí para salvar la cara o para salvarnos a todos?".





Mientras, en el exterior se suceden desesperadas protestas sociales encabezadas por grupos ecologistas e indigenistas, apiñados en una Contra-cumbre de los Pueblos, que ve desesperanzada e impotente como el último cónclave del poder o circo de los idiotas lleva camino de convertirse en el más decepcionante de la historia y en otra mentira más adornada a base de bonitos y emotivos discursos. Muchos se preguntan como es posible que una cumbre que se perfila como la última oportunidad del cambio para frenar el horror futuro, comience con decisiones ya decididas. Hasta el propio secretario general de la ONU Ban Ki-moon, tuvo la decencia de admitir que esperaba un documento con medidas "más ambiciosas". Tampoco nos dejemos engañar por las palabras de este señor, miembro de uno de los organismos más falsos, mentirosos y chapuceros que existen. La respuesta la conocemos todos aquellos que vivimos con la verdad por delante y es tan simple y sencilla como que el dinero y los intereses económicos siguen mandando e imponiéndose por encima de ecosistemas, recursos y vidas humanas. Y así seguiremos, hasta que la última burbuja de la especulación financiera nos estalle en la cara. La burbuja que nos conducirá a una nueva guerra mundial, por culpa precisamente de los ecosistemas, los recursos y la supervivencia humana, cuando el dinero ya no valga nada de nada. ¿Tiene algún sentido todo esto? No, no lo tiene. Por favor, que alguien de fuera nos ayude, la raza humana (la de verdad) y el planeta están en peligro por culpa de unos peligrosos psicópatas. Se nos acaba el tiempo. Buenas tardes a todos.


jueves, 7 de junio de 2012

Esperando el colapso

Pasan los meses y la sensación de que algo inminente va a suceder se acrecienta en nuestros corazones, pero no nos damos cuenta de que ya está sucediendo de todo a nuestro alrededor. Simplemente, la insensiblización originada por los medios de comunicación y el hecho de estar metidos en la vorágine del día a día, nos impide calibrar con objetividad y ordenar con claridad la sucesión de acontecimientos que van sucediéndose ante nuestros ojos. El mundo es, cada día, un poco más pequeño y los sucesos que acaecen en esta esfera de vida perdida en el universo, cada vez nos afectan de una forma más directa por culpa del fenómeno capitalista de libre mercado y sus nefastas consecuencias, aunque también gracias al avance de las tecnologías de la información y más concretamente, de internet. Curiosamente,  fue a partir del 11 de septiembre de 2001, cuando parece que la humanidad tomó un camino de violencia y desarrollo económico nunca visto hasta entonces. Fue como el pistoletazo de salida o la cuenta atrás que marcó el principio del fin de los tiempos y el advenimiento de un nuevo modelo u orden mundial perseguido por las élites del poder. Desde entonces, se han desatado guerras intervencionistas y una frágil situación geopolítica en Oriente Medio, China se ha consolidado como el nuevo, podrido y dictatorial gigante económico e industrial del mundo, el proceso de la globalización se ha consolidado y la raza humana se ha sumergido en la crisis más profunda e incierta de toda su historia.


 China es un país enfermoAlrededor del 75 % de los lagos y aguas litorales están contaminados y la calidad del agua de los ríos y manantiales es mala debido a vertidos de residuos industriales y municipales, filtraciones de fertilizantes y estiércol agrícola y acuícola. La lluvia ácida afecta a la cuarta parte de las ciudades y el agua potable por persona,envenenada por plomo, corresponde también a la cuarta parte de la cifra media mundial. Huelga decir, que la calidad del aire es también, espantosa.


Pero al margen de los asuntos geopolíticos y los intereses económicos de un mercado financiero y unas pocas corporaciones monopolistas que lo controlan todo y lo corrompen todo, parece que el declive alarmante de recursos y la ponzoñosa contaminación empiezan a crearle un problema muy serio al sistema capitalista, al tiempo que la masa poblacional del primer mundo, cansada de tantas guerras, injusticias sociales y mentiras que ya no pueden sostenerse por el propio sentido común de los hechos reales, comienza a cuestionar cada vez más el orden establecido. ¿Y esto por qué sucede? Pues porque desde siempre, este sistema se ha sostenido gracias al bienestar ecológico de las sociedades occidentales y este bienestar está ahora herido de muerte, por infinidad de recortes sociales y una austeridad que no ha hecho más que comenzar. Hace una década, mientras su ritmo de consumo se basaba en el expolio y la defenestración ambiental de los países tercermundistas, al sistema le iba bien y el desequilibrio de riquezas mantenía la horrible dicotomía y brecha existente entre Norte Y Sur, porque los recursos tecnológicos, armas y autoridad militar residían en los países usurpadores. Sin embargo, desde el momento en el que los países tercermundistas empezaron a ser economías emergentes gracias a los ingresos del turismo y una febril actividad industrial, se disparó la competitividad empresarial y los precios de las materias primas empezaron a subir, al principio lentamente. Pero el proceso se aceleraba y los pudientes y voraces buitres de occidente, vieron en la deslocalización empresarial una nueva oportunidad para enriquecerse y especular como nunca lo habían hecho, destruyendo a su paso costumbres y tradiciones, imponiendo una nueva cultura consumista y explotando a los oriundos con salarios de miseria, mientras contaminaban y envilecían estos países. Hasta este momento, el problema del desequilibrio era mundial, pero sólo afectaba a los pobres de siempre, mientras que en occidente la prosperidad y el crecimiento económico seguían un ritmo alcista. 


 La deforestación de la Isla tropical de Borneo es uno de los mayores atentados a la biodiversidad planetaria. Contrariamente a lo que ilustran estos mapas, de seguir el mismo ritmo en 2020 sólo quedaría un 2% de superficie forestal. Borneo es considerado el pulmón verde de Asia.

Deforestación en 2007 (en rojo) del segundo pulmón de la tierra, Amazonía, y las previsiones para los próximos 40 años de seguir el ritmo actual, que probablemente empeoren por la creciente demanda de madera tropical en Asia. Según WWF, en 2030 harán falta dos planetas para satisfacer las necesidades de la población.


Como el ser humano es idiota o estúpido, y además egoísta u egocéntrico a más no poder, no se paró a pensar o a comprobar con un mínimo de criterio intelectual, que los ecosistemas de la tierra empezaban entonces a retroceder a un ritmo nunca visto, poniendo en peligro la existencia de toda la raza humana. Cegado por la avaricia, no se dio cuenta de que la codicia y la acumulación de bienes, sólo se lo podía permitir este maltrecho planeta a unos cuantos indeseables: La raza blanca. Desafortunadamente, la semilla del progreso económico y del enriquecimiento a toda costa, parece que caló bastante hondo en el subconsciente de los pueblos hasta entonces sometidos y expoliados. Asiáticos y en menor medida sudamericanos, dejaron entonces de ser economías emergentes o de segunda línea, para convertirse en economías de primer orden, empezando a demandar el mismo nivel de vida que sus anteriores mentores y dueños habían disfrutado a su costa.  El problema ahora, no sólo es que el mundo de hoy ya no de más de sí, el problema es que estas gentes y estos pueblos carecen de conocimientos y perspectiva sobre la realidad global, abrazan el sistema como a su salvador, son tres veces más numerosos y una gigantesca facción consume ya  casi como lo haría un ciudadano norteamericano



 Cuando los economistas hablan de la prima de riesgo y la deuda soberana, dan ganas de reírse. Estas gráficas muestran de forma clara la verdadera deuda, que es aquella que tenemos contraída con el planeta. El retroceso de especies ha sido alarmante desde los años 80, pero sin duda más lo es la huella ecológica provocada por las actividades humanas. El punto de inflexión ecológico o capacidad de los ecosistemas para regenerarse, se sobrepasó a mediados de los años 70. Llevamos pues casi 40 años viviendo del crédito, de forma insostenible y condenando a las generaciones futuras.


El problema, por lo tanto, es que ya es demasiado tarde para detener lo indetenible, y el suicida proceso de la globalización corporativa es también imparable. Vamos claramente hacia una homogenización socio-económica y a un reajuste obligado del consumo a nivel global, debido a la masa crítica que generan estos nuevos 3000 millones de consumidores. La crisis económica es sólo la consecuencia de este proceso de reajuste, en el que perderemos casi todos. Pero lo realmente triste, es que algunos no están dispuestos a perder sus privilegios y sus posiciones de control y poder y son exactamente los mismos que han favorecido esta situación, tanto de forma directa como indirecta, para poder establecerse como los nuevos amos de un mundo que ya está para el arrastre. Eso lo saben, y se preparan para un plan de ajuste de la población.


La degradación del suelo por el uso de fertilizantes y el agotamiento de sus riquezas minerales por la no-rotación de tierras de cultivo, acelera aún más el proceso de desertización. El mapa es de hace 5 años.


Mientras tanto, Cumbres de la Tierra, Cumbres del Clima, reuniones de expertos y científicos, Organizaciones Ecologistas financiadas por el poder económico, Objetivos del milenio y demás pamplinas, sólo sirven para tratar de tapar un poco el desaguisado, maquillando el escarnio cometido por el empobrecido y despreciable ser humano, merced a sus alevosas acciones. Un ser depredador y sin consciencia, fácilmente conductible y sometido a sus primitivos instintos, que ahora va a recibir en toda la boca la bofetada  del destino, como consecuencia de sus errores y su funesta actividad. Y habrá para todos los gustos: Escasez de agua potable y recursos básicos, contaminación en todas sus formas, nuevas enfermedades y plagas, deterioro ambiental y pérdida masiva de biodiversidad, todo esto en la faceta de la nueva realidad biológica que se cierne sobre este, una vez destruida y vilipendiada la propia biosfera. En la faceta socio-económica, desintegración social y conflictos de toda clase, soledad, crisis de valores, pero también migraciones masivas, hambrunas y sometimiento a un poder de facto, el capital. Todo ello combinado en un mundo trágico y distópico en el que a pocos les va a apetecer vivir. 


Las áreas protegidas del mundo representan tan sólo un 12% del total. Muchas dependen de espacios de transición que ejercen como un colchón entre la vida silvestre y la febril y perniciosa actividad humana. La desaparición de estos espacios transitorios no protegidos, significaría el deterioro de estas áreas protegidas. Para empeorar las cosas, muchas se encuentran cercanas o sobre zonas de interés económico por la presencia de yacimientos petrolíferos y otros recursos mineros.


La tierra era un lugar maravilloso, y aún quedan algunas zonas, pocas y cada vez más escasas, ajenas al horror humano y a la evangelización económica. Sugiero a todo aquél que pueda desprenderse de esta angustiosa realidad, huya en cuanto pueda a estos lugares para morir en paz en ellos, antes de que sea demasiado tarde. Antes de que llegue el colapso y con casi total seguridad, la guerra.




lunes, 4 de junio de 2012

Mensaje de Gaia


A pesar del despropósito y la inmundicia, productos de la mayor vileza y tropelía humana, que me rodean por doquier en esta gran urbe en la que me encuentro, me siento tranquilo y estático como el roble solidamente asentado en las faldas de una solitaria montaña. No he dejado de sentir ni un sólo momento la llamada, suave y paciente, constante e inalterable, de aquella a la que considero mi madre. Sin embargo, nunca me he sentido tán solo, desde el momento en el que decidí poner fin a mi periplo con ella, y nunca los escarceos me habían resultado tan apasionadamente irresistibles como lo son ahora, cada vez que regreso a su lado. Ella me infundó fuerza y esperanza en los momentos más oscuros,  y tejió mi sagrado aprendizaje vital con armonía y equilibrio. Ella me ha enseñado lo que soy, y ella soy, desde la noche de los tiempos. Ahora también, sus heridas me acompañan, en esta extraña época que vivimos.  Mis días aquí, están contados, y mi soledad, tiene fecha de caducidad. Ella es consciente de que mi partida es inminente, pero habrá de llegar en el momento preciso, pues aunque le pertenezco, no seré digno de su sereno equilibrio hasta que por mi propio pie vuelva a su regazo, a través de polvorientos caminos olvidados por el hombre, y sinuosas sendas de montaña. 


Sólo me ha pedido que hable con este, con el hombre, su hijo descarriado, el fruto de su vientre bastardo, aquél que aniquila a sus semejantes por gloria y poder efímeros, aquél que mancilla la tierra a su paso y devora los frutos de la abundancia que le fueron ofrecidos, dejando morir de inanición a sus hermanos, aquél, que lucha contra el tiempo y la razón de su existencia, que jamás poseyó y jamás comprendió. Este hijo de la tierra me ha causado un enorme e insoportable dolor, y ha llegado el momento de poner fin a sus días, antes de que convierta este mundo en cenizas.





¿Que puede hacer un simple hombre, para bajar al hombre de su nube, cómo puede hacerle comprender que todo intento de control y desleal sometimiento sobre la naturaleza está abocado al fracaso más estrepitoso? Puede que exista una solución, y ya que la vida es un camino, le dirá que salga de las ciudades y camine volviendo a sus orígenes, pues sólo allí retomará la consciencia de lo que es y nunca dejó de ser. Sólo allí comprenderá la inutilidad de las mercaderías que con avaricia antaño le poseyeron, acumuladas en su material sinvivir cotidiano. Quizá allí comprenda, que la realidad es simple y hermosa, cuando adquiera conocimiento del propio tiempo que ha dejado de escurrírsele atropelladamente por el sumidero de su acelerada existencia. Sólo entonces el cáliz sagrado de Gaía comenzará a llenar su parco espíritu y alimentará su consciencia y corazón humanos, redescubiertos finalmente en un utópico renacer. 



Los grillos le acompañarán en las noches de verano, las chicharras en la calurosa y soleada campiña del mediodía, la vegetación se agitará alegre y  presta a su paso en la corriente vespertina del atardecer, mientras las rapaces de las alturas clamen con orgullo su llegada. Finalmente, cuando la oscuridad se haya enseñoreado en el ocaso del día, y sienta propias la vulnerabilidad y la aflicción por el cansancio y la incertidumbre, incluso en ese momento, la inmensidad del cosmos se abrirá eterna y absoluta sobre su cabeza, para decirle con certeza: no estás solo.