viernes, 28 de febrero de 2014

Her

Her es una película diferente e inquietante. Dirigida por Spike Jonze y protagonizada por el ya mítico actor Joaquin Phoenix, se adentra en uno de los problemas más graves y complicados que afronta nuestra cada día más virtualizada e impersonal sociedad actual: La soledad. Her, desnuda el mundo de las relaciones humanas en un futuro no muy lejano, tal vez dentro de 10 años, mostrándonos el frágil y peligroso equilibrio que existe entre la inteligencia artificial SO de última generación y los sentimientos genuinamente humanos, en claro retroceso autodestructivo. 




Enmarcada en un frío y desnaturalizado escenario urbano en la ciudad de Los Ángeles que recuerda películas del género de la ciencia ficción como Blade Runner o Yo, Robot, se desarrolla la vida cotidiana de Theódore, un complejo y reservado hombre de mediana edad, recién separado, que se gana la vida escribiendo cartas de amor para otras personas (baste decir que ésto último, ya es clarificador de que se ha perdido el contacto y la comunicación humana directa, y la gente recurre a terceras personas o bien a máquinas, para satisfacer sus necesidades sociales). Théodore, ya de por si solitario e introvertido, adquiere uno de estos sistemas informáticos SO, al que llama Samantha, y poco a poco va desconectándose de la realidad exterior al tiempo que emprende una relación con la máquina, que para su sorpresa, parece adquirir una progresiva consciencia de sí misma y es capaz de comprender a Théodore tal y como el lo necesita. Tal vez, porque acaba convirtiéndose en su propio reflejo, haciéndole creer a nuestro protagonista que es el alma gemela que siempre buscó. 




Al mismo tiempo que Théodore va haciéndose cada vez más dependiente de Samantha, perdiendo el contacto con sus escasas amistades y la realidad social circundante, el mundo a su alrededor parece cambiar también a gran velocidad. Poco a poco, el tener una relación sentimental con un sistema SO empieza a ser socialmente aceptado y hasta bien visto, y las rupturas de pareja se suceden una detrás de la otra, exacerbando un individualismo cuyos peligros y consecuencias nadie parece advertir. Sin embargo, un día, sumido en los recuerdos de su ex mujer de la cual acaba de divorciarse y sentado en las escaleras del metro mientras observa a décenas de personas hablando colgadas a micro dispositivos móviles, Théodore se da cuenta de que sólo es uno más en la impersonal masa social, e intrigado, le pregunta a Samantha si también habla con más gente. Samantha, le confiesa que ya no es sólo suya, y que en su afán neofílico y de crecimiento informático imparable,  le ha sido infiel con cientos de usuarios, en una especie de red virtual viciada y fuera de control que sobrevuela las cabezas de todos: En pocas palabras, Samantha parece haberse ido desmotivando de Théodore, necesitando otras emociones con otros seres humanos. Ella dice que le ama, pero que no puede evitar el amar también a otros.




En este momento se produce el despertar de Théodore, que entiende que a las máquinas les está sucediendo lo mismo que al resto de las personas: Nadie quiere atarse a nadie y las relaciones han ido perdiendo su esencia y autenticidad, hasta convertirse en un producto perecedero o consumible como otro cualquiera. Pensativo y triste, apaga el SO para siempre, le escribe un hermoso y emotivo correo a su ex mujer, y se reúne con su mejor amiga, que visiblemente apagada y desesperada, parece haberse dado cuenta de lo mismo que él. ¿Un rayo de esperanza?




Her es una obra de arte de lo humano y lo inhumano, pero también un grito al aire en la oscuridad de la noche, una denuncia del individualismo creciente, una profecía de la ciencia ficción y una seria advertencia de lo que nos puede llegar a suceder, además de una alegoría de lo que ya está pasando...ya lo dice la sinópsis de la película: En un futuro cercano...


...que en Japón ya es casi una realidad.



lunes, 24 de febrero de 2014

Terence McKenna

Impresionante vídeo que demuestra lo absurdo y relativo que puede ser el  sistema actual, cuestionando completamente su eficacia y viabilidad. El sistema operativo cultural debe de ser formateado de vez en cuando, para poder ser conscientes de otras realidades y así ayudar en el despertar del mátrix o dicho programa implantado y enraizado desde la infancia. Ciertas sustancias naturales alteran nuestra percepción y nos ayudan a comulgar con la energía de la tierra y los espíritus de la naturaleza. El ya desaparecido orador, investigador de lo oculto y viajero Terence McKenna, nos deja este hermoso mensaje y legado, aderezado con excepcionales dibujos de Alex Grey y una música sobrecogedora. 


jueves, 20 de febrero de 2014

El mundo en caos

15 subsaharianos asesinados en Ceuta, 5 jóvenes muertos (uno de 17 años atropellado y otros 4 por disparos en la cabeza), en las protestas contra el gobierno de Nicolás Maduro en Venezuela, 4 personas muertas en Tailandia en las manifestaciones antigubernamentales, contínuas carnicerías en atentados en Irak o Afganistán, bombardeos y constantes muertes de civiles en Siria.... Si a todo esto le unimos los conflictos en Egipto, las masacres sectarias en Nigeria (9 niños asesinados hoy en una aldea del país) y los miles de desplazados en Sudán del Sur, las eternas y violentas tensiones entre Israel y Palestina, la miseria general provocada por la crisis económica, el drama de la contaminación en China y la India, un nuevo y peligrosísimo vertido de agua radiactiva en Fukushima o los desastrosos efectos del cambio climático en casi todas partes, podemos afirmar con rotundidad, que el mundo está ahora mismo sumido en una pesadilla y, probablemente, en la antesala del peor momento de la historia humana en este planeta.


Génesis Carmona, herida fatalmente en la cabeza por un disparo el martes en los disturbios acaecidos en la ciudad de Valencia, es transportada de emergencia a un hospital. La joven de 22 años, Miss Turismo Venezuela 2013, falleció ayer miércoles a mediodía. Era la primera vez que participaba en una protesta ciudadana. Sólo unos días antes, el domingo día 16, 3 agentes americanos eran expulsados por participar en reuniones conspirativas de la oposición derechista, dejando claro el obsceno intervencionismo de la administración de Obama en el país bolivariano.


Pero sin duda, lo que estos días nos llama la atención, aparte de la habitual corrupción política e institucional reinante en casi todas partes y la repugnante hipocresía de la cual hacen gala los siervos del poder financiero que nos oprime, es la batalla campal y las muertes que están teniendo lugar en Kiev, en ese sucedáneo de guerra fría que se traen los vampiros sionistas de occidente con la Rusia autoritaria del impasible Putin.


Un padre y su hijo, visiblemente heridos y agotados, miran con desconfianza a un policía antidisturbios que se les aproxima por la derecha.


Poco importa ya quién esté detrás financiando e instigando la violencia de los manifestantes o quien la retroalimente a diario en este obsceno y depravado sistema en el que vivimos. El capitalismo es un monstruo que nos está conduciendo a un infierno del que probablemente no salgamos ya nunca. La globalización, ese diabólico fenómeno que ha podrido el mundo, es ya un hecho tangible y consolidado. El infierno reina por todas partes, y esto, sólo acaba de empezar.


Manifestantes y policías antes de la refriega en el Euromaidán de la madrugada del miércoles, que le costó la vida a más de 25 personas. El sol mortecino e invernal se filtra entre el polvo y el humo, y parece augurar una noche trágica. 


Allí, en Ucrania, la gente está hecha de otra pasta. Les llamarán radicales o violentos, lo mismo da. No son ni la punta del iceberg de la verdadera violencia, esa que condena a la muerte o a una vida miserable a la mayoría de la población de este planeta. Al menos, los tienen bien puestos. Personalmente, prefiero morir luchando a tener que arrastrarme como un gusano sumiso y acongojado el resto de mi vida, como lo hacen la mayoría de ciudadanos sin dignidad, estúpidos y cobardes, del Reino de España, posiblemente el más corrupto y zafio de la historia.


Hoy mismo, jueves 20 de febrero, otras 21 personas, todos manifestantes, han perdido la vida en esta ya mítica plaza, disparados por francotiradores del ejército ucraniano.


Mi más sincero pésame a las familias de los más de ya 65 valientes fallecidos en Kiev, incluyendo a los familiares de los policías de las BERKUT, pues todos son víctimas del mismo despropósito. Sin embargo, a pesar de que los ucranianos se encuentren entre la espada y la pared (Tan nocivo y corrupto es el triunvirato occidental compuesto por USA, UE y las monarquías árabes del Golfo Pérsico, como el Este, las dictaduras rusa y china, además de mucho más hipócrita y ruin) al menos muestran el camino a seguir del pueblo llano, el de la revolución global contra el tiránico poder del capital. Son Yanukovich, Putin, Merkel, Draghi, Lagarde lagarta, Obama, Hollande, Rajoy, Mc Cain o el absurdo Artur Mas i Gavarró, la sucia casta política junto a sus amos banqueros sionistas y peligrosos y satanistas masones, jeques saudíes y demás carroña de la élite financiera, los que deberían de pudrirse al sol en una plaza pública, empalados.


Toma del ayuntamiento de Vinnitsa, el pasado sábado 25 de enero.


Peleas callejeras entre policía y manifestantes, el martes.



Otros valientes, los auténticos héroes del siglo XXI, recorrieron miles de kilómetros en un viaje que pudo durar años, huyendo de la miseria y la deuda ilegítima a la que el primer mundo les condenó en vida. Lo que nunca sabrán, pues murieron en una playa muy lejos de su hogar, es que les aguardaba aún más miseria en España o en el resto de Europa. Pronto serán decenas de miles, pero sólo encontrarán concertinas, sufrimiento y desolación, sino la muerte. 

"Barça, Barça", gritaban en su feliz incultura y desconocimiento de la realidad española, muchos de estos pobres diablos por las calles de la ciudad autónoma de Melilla, tras conseguir saltar la valla a principios de esta semana en un asalto masivo. Una felicidad que no les durará mucho, pero al menos comerán caliente unos cuantos meses. 


miércoles, 19 de febrero de 2014

Pablo Iglesias Turrión: Podemos

Este hombre representa la única y quizá última esperanza política de cambio, en este país gobernado por "inútiles" vampiros de segunda al servicio del diabólico Gran Capital y organizado en despótico nepotismo. Retirado Julio Anguita de la política, desaparecido el gran Sampedro y con un Arturo Pérez-Reverte hastiado y aburrido de radiografiar (cuando no se escapa en su velero por la inmensidad oceánica) la realidad social de hispanistán, nos queda Pablo Iglesias Turrión, salvia nueva y necesaria. Todo un placer escuchar a este hombre. Aún queda esperanza, antes de que el derramamiento de sangre se convierta en el único camino para cambiar el curso de los acontecimientos. Sin embargo, lo deja claro:

 "El consenso que existe hay que convertirlo en organización de la gente y en poder político, pero eso no tiene que ver con que yo os hable aquí, eso no tiene que ver con que nos votéis en unas elecciones, sino con que os organicéis. Decía Salvador Allende una cosa muy importante: La historia la hacen los pueblos. Yo creo que nos toca correr, que nos toca cabalgar, hasta enterrarlos en el mar".


miércoles, 5 de febrero de 2014

La fase final del sistema

¿Qué es el sistema? ¿Hasta qué punto está afectando dicho sistema a las relaciones con nuestros semejantes, con nuestro entorno, con nuestro propio yo interno? Algo mucho más amplio y peligrosamente gradual le está sucediendo, en relación con este sistema, a la sociedad. El capitalismo ha entrado en su fase final, en la que el propio individuo es susceptible de ser tratado como una mercancía más, un ente que produce y consume, y que repite el mantra de un imaginario colectivo enfermizo creado por una opinión pública mecanizada, insustancial y parca en espíritu crítico. A la gente se le han entregado una serie de armas o mecanismos de defensa:  La absurda papeleta electoral cada 4 años y una disidencia controlada de carácter cuasi virtual, que al igual que muchos medicamentos actuales, no solucionan absolutamente nada y sólo palían los síntomas de la enfermedad de forma momentánea, al tiempo que la cronifican. Una enfermedad que se ha convertido en una realidad sofocante y es cada día más difícil de aceptar y más fácil de contemplar en su estupenda metástasis. Una pelota que indefectiblemente crece al ritmo que lo hacen los acontecimientos y despropósitos humanos, y que igualmente se acelera conduciendo a la sociedad a un callejón sin salida.



No debería de sorprendernos que esta película se haya convertido en una de las más taquilleras de la historia del cine. Parece que la gente necesite oír, constatar y reafirmar una y otra vez, que lo que mueve actualmente el mundo son el sexo y, cómo no, el dinero. El mantra sistémico repetido una y otra vez, como la mentira, que repetida una y mil veces, acaba por convertirse en una verdad, sólo que esta vez es precisamente esta filosofía, la que está acabando con el mundo, con la vida y con la libertad, en beneficio de 4 desalmados.



Sin embargo, ese callejón sin salida no es una muerte heroica, tampoco una guerra o una revolución, porque en ese caso, siempre habría un después, un post-apocalipsis utópico y constructivo resultado de una génesis de hartazgo y acumulación de conciencia colectiva, que devengó en agitación y caos, terminando en victoria para la humanidad con el ansiado por la mayoría, final, de un sistema absurdo. Pero no, eso no sucederá mientras los seres humanos sigan bajando la cabeza o sigan pagando sus facturas, mientras la gente siga mirando hacia otro lado confiando en que Papá Estado, ese ignominioso leviatán antidemocrático, arregle las cosas o las cosas se arreglen solas, mientras las personas sigan sin escuchar a las personas, incapaces de empatizar y solidarizarse con los problemas ajenos. Incapaces de reconocer, que sólo somos reflejos de nosotros mismos, de nuestros semejantes. 




Lejos de esta colaboración y del amor por el bien común que caracteriza a las sociedades avanzadas, nos encontramos inmersos en un mundo oscuro de tristeza, soledad e individualismo ególatra. Un mundo caracterizado por el interés y movido por este, ferreamente sujeto por la religión planetaria, que no es otra que el dinero. ¿ Pero, como ha podido el dinero, algo vacuo y material al que se le ha asignado un falso poder, pasar por encima de valores tan elementales y característicos del ser humano como lo puede ser el más elevado de todos ellos, el amor? La pregunta tiene una fácil respuesta: Destruyendo los lazos que mantenían juntas a las personas y a los colectivos, aislando a los individuos robándoles el tiempo vital y separándoles de la fundamental conexión con la naturaleza, desintegrando progresivamente el clan y la familia y todo el apoyo moral que una persona podía recibir de sus semejantes. En una palabra, atomizando a una sociedad cada día más impersonal. El camino ha sido largo y lento, pero diabolicamente efectivo.





El humano moderno de la sociedad actual es un ser desdibujado, insustancial  y tiene rémoras de androide. Frecuentemente se encuentra sumergido en un entorno hormigonado y sujeto a un bombardeo de información  constante, creciente e incapacitante, pues es tal el chorreo de información que apenas existe tiempo para asimilarla y menos aún para reaccionar ante los acontecimientos. Del mismo modo se ha visto insensibilizado por dicho torrente, vómito diario defecado por los medios de desinformación oficiales, que escupen mentiras y medias verdades con una función especificamente paralizante y mareante de una mente ya de por sí, enferma. Ante una realidad difícil de soportar, sin apenas tiempo para dedicarse al cultivo independiente del cuerpo y la mente, auténticos artífices de la conciencia, espiritualidad y liberación del hombre, ese humano moderno se va quedando sólo, y suple estas carencias vitales recurriendo al consumo de todo tipo de drogas, legales o no, para olvidar su tediosa realidad. Sus semejantes, inmersos en similar proceso letárgico y autodestructivo, tampoco tienen tiempo ni energía más que para ellos mismos y sus circunstancias personales, que a nadie más importan. 


La peor de las prisiones, no tiene rejas...


De este modo, el humano moderno ya no es sino un vestigio de lo que fue, y poco a poco va perdiendo todas esas aptitudes, valores, ilusiones y esperanzas que le distinguían, en un principio, de una máquina. Llegados a este punto, no nos asombra o no debería de asombrarnos el constatar la grave crisis social que atraviesan en la actualidad estas sociedades de humanos modernos, en las que aumenta la indiferencia hacia el prójimo, los suicidios, los trastornos mentales, las separaciones de parejas o rupturas de matrimonios, la ausencia de diálogo, empatía y conversación entre los jóvenes, el abandono de los discapacitados o el desprecio hacia los mayores, auténticos estos últimos, receptáculos de sabiduría y sentido común, que ven a través de su ya turbio cristalino, el ocaso de un mundo que agoniza.



Romper con lo establecido parece ser el único camino para llevar una vida que se pueda llamar vida



Por tanto, la lucha contra este sistema no se encuentra en la política, ni en las religiones incapacitantes, ni en el dogma del dinero o el consumo irresponsable. La lucha contra el sistema es un ejercicio de consciencia personal, una batalla que se libra en lo más interno de nuestro ser. La información no sirve de nada sin la práctica, y esta se encuentra supeditada al miedo. Mientras no supeditemos este miedo al amor, seguiremos dando pasos de gigante hacia un mundo oscuro y terrible en el que reinen las peores bajezas, que también caracterizan, como no, al ser humano. Es el llamado libre albedrío, y esta vez se trata de elegir cual de estas dos realidades del sistema dual actual  nos llama más: El servicio a uno mismo o el servicio a los demás. Pase lo que pase, el cisma existente entre ambas, se hace cada día más patente y real. Alea Jacta Est.