sábado, 23 de marzo de 2013

La Conspiración Neoliberal




Hay momentos de lucidez narrativa que no pueden ser pasados por alto. Cada vez que me topo con una joya de este tipo, me obligó a mi mismo a difundirla entres amigos y conocidos. Si su componente es social y reivindicativo, mi condición de indignado y de hombre consciente ante las atrocidades que se perpetran cada día en este ponzoñoso mundo regido por bárbaros, espolea mi espíritu hasta la enésima potencia, forzándome a difundir la obra tan lejos y profusamente como me sea posible. Si, además, el escrito es de algún familiar o conocido, me llena de orgullo provocándome un sentimiento de hermanamiento y satisfacción consumada. En este caso es mi padre, a través de su blog "Naturaleza en Vena", el que hace un inusitado ejercicio de realismo mordaz, descarnado y atroz, radiografiando nuestra pervertida e insolente realidad con aplomo y triste sinceridad, pero también con justicia. Y digo "inusitado", porque mi querido progenitor es un habitual detractor de las "teorías de la conspiración". Sin embargo, existe un momento en el que la obscenidad y el sin sentido llegan a un punto sin retorno. Un punto de ignominia tal, que es necesario o conveniente realizar una parada de control y reflexionar en profundidad.

Ese momento ha llegado. Y ha llegado porque pasado, presente y futuro se nos escapan ahora de nuestras manos, aceleradamente, mientras el tiempo y la sin razón conducen inexorablemente nuestro destino por negros sumideros. Sufridlo o disfrutadlo, pero no permanezcáis indiferentes, porque lo que está sucediendo es esto, y lo que sucederá, como dijo una jubilada alemana hace unas semanas: "Los jóvenes no están ni preparados  siquiera para imaginarlo"...



CHINA DEVASTADA
La historia paralizada


Trece mil cerdos, adultos y lechones, flotando en el río Huangpu a su paso por la orgullosa Shanghai. El cuarenta por ciento de los ríos chinos gravemente contaminados por 20.000 industrias petroquímicas y textiles sin control. La Unión Europea y el FMI tratando de confiscar los ahorros de los ciudadanos de Chipre. Miles de ciudadanos británicos muertos en hospitales públicos por la desidia y los recortes en los presupuestos. En nuestra España, jueces obligando a reabrir las Urgencias médicas de unos pueblos para proteger la vida de los más débiles. Jueces exigiendo la reforma de la Ley Hipotecaria y sus cien años de abusos. También en España, eliminación de ayudas para el programa de transplantes, en lugar de eliminar asesores y políticos parásitos.

Las miserias económicas, sociales y ambientales que hoy azotan el mundo no parecían tan evidentes hace treinta años. Pero con la caída del muro de Berlín desaparecieron los antagonismos políticos en el planeta. Decía el ideólogo preferido del Tea Party, mister Francis Fukuyama, en su libro “El fin de la historia” (1992), que tras la desaparición del malvado comunismo solo imperaban en el mundo el neoliberalismo y la economía de mercado. Dos ideas, dos doctrinas que, en su opinión, representaban la forma más justa de organizar la política y la forma más eficiente de organizar la economía. Justicia y eficiencia: el paraíso ¿Qué queda del sueño de Fukuyama? 



Basuras flotando en un rio de Wusan (China)

Quedan los hechos: la debacle financiera por la estupidez del sistema, la rapiña, el saqueo y la corrupción, la injusticia social, el desempleo y empobrecimiento de las poblaciones, la degradación ambiental y el cambio climático. La supuesta eficiencia del neoliberalismo y de los mercados se ha cimentado sobre una colección de mentiras repetidas, hasta la náusea, a una población que los banqueros y políticos consideran imbécil. En algo tienen razón: el sistema es extraordinariamente eficiente para los bolsillos de directivos, grandes accionistas, corporaciones y políticos, asociados en ese mecanismo bautizado como “la puerta giratoria”. Para la mayoría de las poblaciones el neoliberalismo representa justamente lo contrario, ya que no es otra cosa que el capitalismo más vulgar.

La pregonada eficiencia consiste en deslocalizar empresas hacia naciones pobres para aumentar los beneficios empresariales. Detrás quedan fábricas y oficinas desmanteladas, el desempleo, la basura que generaron y que ahora tenemos que limpiar porque, con su mágica eficiencia, el neoliberalismo ha “socializado” el problema de sus residuos y de su contaminación. Las empresas que deciden quedarse en el país ponen la condición de reducir empleos, con más horas de trabajo y por menos sueldo. Todo eficacia. 



Vertidos de industria textil en el Río Amarillo (¡) a la altura de Lanzhou (China)

El neoliberalismo empresarial también escapa para evitar las leyes ambientales de las sociedades democráticas y civilizadas. Porque no hay peor enemigo para las normas ambientales que las empresas y sus políticos asociados. Tan sólo contemplan con simpatía al medio ambiente si le encuentran utilidad para lavarse la cara y atraer a los consumidores y votantes más ingenuos. 

Los que deslocalizan, una vez llegados a los países pobres prometen lo de siempre: somos el crecimiento, la riqueza, la justicia y la máxima eficacia. Pero antes de instalarse exigen desgravaciones fiscales y subvenciones. Exigen libertad para esparcir sus desechos por el aire, los suelos y el agua, destruyendo el entorno del país y agrediendo la salud de sus trabajadores. Exigen desregulación de normas laborales para despidos y salarios miserables. Piden desregulación financiera para manipular y desviar fondos a su antojo. Lo hicieron durante la época colonial y lo siguen haciendo con el nuevo colonialismo practicado en China, India, Bangladesh o en la misma España (Eurovegas).



Proliferación de algas, eutrofización y anoxia en el río Hangian  (China)

Hace pocos años, cuando la burbuja inmobiliaria parecía un lejano nubarrón en el horizonte, el informe anual de la entonces mayor empresa inmobiliaria de España que cotizaba en Bolsa (hoy en quiebra) se desnudaba. En la reflexión final sobre planes de futuro, la empresa se quejaba de las “contrariedades ambientales” que encontraba en España, al no poder construir por todas partes y de cualquier manera, sin cortapisas. Sugería eludir las reglas de la sociedad española y europea, deslocalizando el negocio inmobiliario hacia naciones más permisivas, como eran los países del Este que todavía no habían entrado en la Unión Europea.

Cuanto más puro es el neoliberalismo y más se recurre a los mecanismos de los mercados, más desigualdad se crea, menos empleo se genera y de baja calidad, más basura y contaminación se produce, más beneficios ingresan los directivos ¿Hay solución? Posiblemente se puede regresar de la actual dominación neoliberal, pero no está en manos de los políticos ni de los partidos tradicionales, ya que no existe un verdadero antagonismo político. No existe "política" y los partidos están huecos. Si no hay posibilidad de hacer otras políticas e imaginar otras formas de gobierno, solamente quedan los jueces, los consumidores y los votantes. 


Contaminación minera y siderometalurgica en el río Yangtze (China)

Ayer, 19 de marzo de 2013, el Telediario de una cadena nacional abría sus noticias con asuntos judiciales: el proceso al ex - tesorero del Partido Popular, el proceso al yerno del Jefe del Estado, el proceso al máximo responsable de un partido regional, el proceso a políticos de la Junta de Andalucía y un ex-ministro socialista, el proceso al torero que mató a un ciudadano por conducir supuestamente ebrio. La respuesta al neoliberalismo depredador está en manos de los jueces.

¡La política está “judicializada”! claman los políticos, exasperados ante esos tribunales que paralizan sus proyectos destructores del medio ambiente, que bloquean su carrera como ladrones o que detienen sus intentos de implantar normas abusivas contra los ciudadanos. La respuesta neoliberal ante la Justicia es entorpecer el acceso a la misma, implantando Tasas Judiciales que disuaden al ciudadano agredido. En caso extremo, la respuesta es apartar de su puesto a jueces excesivamente combativos. En Italia llegaron a ponerles bombas.   

La solución también está en el consumidor y en su capacidad de elegir, despreciando los bienes y servicios ofrecidos por las empresas y corporaciones que deslocalizan, contaminan, despiden trabajadores para ganar más y acogen a políticos cómplices en sus plantillas. Está en los grupos ciudadanos que, como el movimiento italiano 5 Estrellas o el español 15 M, buscan otras formas de hacer política y otra manera de proteger el medio ambiente y los escasos recursos naturales. 
El autobús va sin frenos y cuesta abajo. El conductor y el revisor están a punto de saltar en marcha, llevándose la recaudación. 

Publicado por JCARBEX en "Naturaleza en Vena" (20/03/2013)


miércoles, 6 de marzo de 2013

Hasta siempre comandante





Dice el periodista  Iñaki Gabilondo, que todo en torno a Hugo Chávez  fue, ha sido y será "extremo". Personalmente, prefiero pensar que el fruto de lo extremo nace con la grandeza y la peculiaridad propia e individual, en un mundo hoy poblado por anormales normalizados. Que todo aquél que es amado u odiado, no puede pasar desapercibido. Así fue Hugo Chávez, el padre del socialismo latinoamericano, el revolucionario que hizo realidad el sueño de los más desfavorecidos, el hombre que se enfrentó a un imperio y puso patas arriba, no sin tesón, muchísimo esfuerzo y hasta sufriendo un intento fallido de golpe de estado, a una Venezuela caciquil y corrupta. Una Venezuela de extremos y desigualdades, que gracias a la labor del Comandante, se opuso gradualmente a la injusticia y luchó contra el capital y el interés privado, lo que le produjo innumerables detractores, sí, pero no menos seguidores y con el tiempo, hasta fervientes admiradores. Porque Chávez gobernó con el pueblo y para el pueblo, y nunca sin el pueblo. Chávez creó "Patria" y sus políticas sociales alimentaron lo que a la larga le precedería hasta la muerte: El Chavismo. Creó escuelas públicas, redujo drásticamente la extrema pobreza y la pobreza, expropió latifundios y nacionalizó la principal riqueza del país: el oro negro o petróleo, siendo durante sus mandatos el salario mínimo interprofesional el más elevado del continente suramericano.

Muchos criticarán sus políticas intervencionistas, la excesiva dependencia del petróleo e incluso la desmesurada e imparable inflación de la moneda nacional, el bolívar, pero Venezuela puede considerarse actualmente como uno de los últimos estado-nación que aún perviven (o sobreviven) en un mundo cada día más globalizado y desequilibrado, controlado por gobiernos cada vez más antidemocráticos al servicio de corporaciones y transnacionales de rapiña. Si algo hizo bien este brillante militar del cuerpo de ingenieros, fue resistirse a los embates del capitalismo especulador que hoy empieza a oprimir las libertades y los derechos más básicos de los ciudadanos en Occidente. Usó el petróleo, un bien nacional, para proteger a los suyos, en vez de hacerlo para aprovecharse a su costa y en beneficio propio, miserabilizándolos e hincando las rodillas ante el ruin y genocida FMI. Por ello,  fue tildado de peligroso enemigo, y acorralado, encontró apoyos en la Rusia de Vladimir Putin o en la Cuba de los hermanos Castro y el Irán de Ahmadineyad, dos claros bastiones de resistencia al nuevo orden mundial fascista financiero, al tiempo que recibía también y de forma creciente, el apoyo de su gente.

Así se hizo fuerte Hugo Chávez, en un mundo que agoniza ante la amenaza de una dictadura sionista capitalista sin precedentes que se cierne hoy sobre toda la humanidad, y que tiene la desfachatez de disfrazarse de falsa democracia. Y se hizo fuerte, además, dejándonos verdaderas joyas verbales no exentas de absoluta credibilidad, que causaron revuelo e indignación, pero también asombro y admiración entre la opinión pública de todo el mundo. Una de ellas fue su comparecencia en la ONU en 2006, mentando al vil tejano de Bush como el mismísimo diablo o acusando al neocon de Aznar, el del trío de las Azores, con un merecido y sonoro "fascista" en presencia de Zapatero y el propio rey de España. Tal fue la indignación del matarife de elefantes y endogámico Borbón, que rompiendo todo protocolo y presa de la ira más infundada, le espetó aquél famoso "Por qué no te callas", antes de abandonar el pleno de la Cumbre Iberoamericana de 2007.








No cabe duda de que a Hugo Chávez no le faltaron cojones para decir las cosas altas y claras, pero si algo le debemos a este hombre, es el haber sentado el precedente de que si se quiere, se puede. El problema es que hoy por hoy, no se quiere, y en nuestra suciocracia actual tenemos que asistir a una procesión de despreocupados zombies en creciente estado de lobotomización mental, circular impávidos y ajenos a la obscena realidad del expolio de lo público, la mentira y la instauración paulatina de un estado policial (al menos en Grecia o España, verdaderos conejillos de Indias del nuevo orden mundial sionista usurero internacional). La muerte se ha llevado al dirigente venezolano antes de tiempo, pero la estrella del Chavismo, iluminada por el amor de los corazones de un pueblo hoy roto y devastado por el dolor de su pérdida, mantendrá a buen seguro su brillo, por más que el fantasma del neoliberalismo globalista nos condene a todos a la noche más oscura jamás vista por los ojos de los pocos hombres libres y conscientes que aún perviven en esta esfera de despropósito humano.


Descansa en Paz, Comandante.