miércoles, 29 de junio de 2011

La herencia del ladrillo

No profeso ideología política alguna, al menos no simpatizo con las dos que nos representan, pero si he de elegir entre la pastilla azul de los populares fascistas, o la roja de los socialistas, elijo a Zapatero, no sé si por su buen talante o quizá por su honestidad y humildad como persona, aunque sólo sea un títere político más al servicio de la oligarquía financiera. El caso es que este hombre, a pesar del agujero negro en el que está inmerso el país y a pesar de su presupuesto débil carácter y languidez ocasional, dijo verdades como templos en el Debate sobre el Estado de la Nación que tuvo lugar ayer martes.

Realmente, si la crisis ha sido tan profunda en este país, es consecuencia directa del modelo de desarrollo basado en el crecimiento urbanístico desenfrenado que impulsó el gobierno de Aznar con la ley de liberalización de suelo de 1997. La llamada burbuja inmobiliaria, no sólo dio rienda suelta a la corrupción en una infinidad de ayuntamientos de nuestro país, sino que ha provocado la mayor tasa de paro de la historia con el estallido de la crisis internacional, cuando casi 3 millones de trabajadores empleados en el "inflado" sector de la construcción, se quedaron sin empleo entre los años 2007 y 2009. Estos hechos, unidos a la baja inversión en productos de alto valor añadido, que son el verdadero motor de una economía competitiva, fueron la causa de que nuestra hoy maltrecha economía se encuentre a la cola de Europa. No voy a extenderme en este asunto, pues el presidente del gobierno lo expuso con absoluta claridad ( vídeo a continuación, minutos 2 a 7 ), haciendo un llamamiento a la "honestidad intelectual" de un Rajoy ausente, que probablemente estaría pensando en su niña, y que obsequió a las cámaras con su característica panoplia de aspavientos y tics faciales, y a la "responsabilidad colectiva" de un país de pandereta, que prefirió el dinero fácil pensando en la especulación, y ahora se encuentra al borde del sumidero económico. Repugnante el corral pepero, la falta de respeto de la que hacía gala en repetidas ocasiones, cacareando, chismorreando y farfullando mientras zapatero hablaba, lo que pone de manifiesto la odiosa naturaleza y la falta de respeto de esta gente, no sólo hacia la oposición, sino hacia los propios ciudadanos. Tiemblo sólo de imaginarme a los populares otra vez en el poder, pero creo que esta gentuza es lo que este país de papanatas y pusilánimes en el que vivimos se merece.




Curiosamente y el mismo día, en el diario informativo de las 15:00 de televisión española, Ana Blanco informaba de una noticia que pasó sin pena ni gloria en unos escasos 15 segundos, en los que Greenpeace hacía su balance anual de puntos negros del litoral español. La presión urbanística desmesurada (un 33% del litoral mediterráneo es hormigón y ladrillo, traducido en un sinfín de viviendas, muchas de ellas en régimen de alquiler o "atesoradas", es decir, vacías), ha roído el paisaje costero hasta los huesos, afectando gravemente a la biodiversidad marina y provocando serios problemas medioambientales por la ingente cantidad de vertidos, que las escasas depuradoras existentes son incapaces de gestionar eficazmente. Esta sucia realidad, unida al cambio climático, ha contribuido a propiciar importantes perdidas en el sector turístico de vastas regiones de nuestra geografía que están perdiendo todo su atractivo, en detrimento de otros destinos europeos emergentes y no emergentes, que cuidan mucho más sus recursos naturales.

Es una lástima que un país que despegó economicamente gracias al auge del turismo de sol y playa en los años 60 y 70, no haya sabido administrar este legado, defenestrando una de sus mayores virtudes por culpa de la codicia y el ansia de enriquecimiento de sus ciudadanos, principalmente durante los dos mandatos de los populares (1996-2004), y por inercia, durante los 3 primeros años de la primera legislatura socialista (2004-2007). Si uno se pasea por los enclaves costeros del Sur, podrá ver con horror cómo los centros de veraneo más conocidos son hoy en día contínuos urbanos, verdaderas y ruidosas ciudades a pie de playa, sin la más mínima sensibilidad paisajística. Baste como ejemplo enclaves como la Manga del Mar Menor, en la Costa Cálida, Benidorm o Altea en la Costa Blanca, o Benalmádena, Fuengirola, Torremolinos o Estepona en la citada Costa del Sol.




sábado, 25 de junio de 2011

El cambio de paradigma

Llevamos unos meses asistiendo a una crispación creciente en la opinión pública, un odio exacerbado hacia la clase política y un amago de movimiento global en contra de la dinámica capitalista que como bien sabemos, se encuentra completamente desfasada y fuera de control. No paro de leer entradas en multitud de blogs que muestran su indignación, enfado y desesperanza hacia la situación socio-económica que estamos atravesando en este país, aunque la globalización sistémica copia los mismos procesos y parecidas consecuencias a distintos niveles en otras regiones del globo, algunas muchísimo más expuestas a la injusticia y a la pobreza que la nuestra. El año ha empezado movidito, primero con la ola de tensión en el mundo árabe, la guerra en Libia y el desastre ecológico en Japón, que ha vuelto a sacar a la palestra la irritación que existe con el sempiterno asunto de la energía nuclear, acontecimientos todos ellos de gran calado en la prensa internacional y en las consciencias individuales, de un mundo que se encuentra a la vuelta de la esquina de drásticos y profundos cambios y alteraciones, de una gigantesca tormenta que sólo ha comenzado a tronar, de un indiscutible cambio de era que va a afectar y a transmutar la vida en el planeta y nuestra forma de relacionarnos con este y entre nosotros mismos.


Parece enteramente como si el ser humano estuviese atravesando un calvario de crecimiento personal, asemejándose al adolescente errático que se enfrenta al desafío de la madurez, topándose con múltiples problemas internos, ansioso por emanciparse del yugo paternal que le ha encauzado desde su más tierna infancia. En esta tesitura se encuentra ahora el hombre, comenzando a encontrarse consigo mismo, y sobretodo comenzando a preguntarse si ha llegado el momento de romper lazos con esas instituciones, esa clase dirigente a la que le entregó el destino de sus vidas hace más de 200 años, y que muestra ya inequívocos síntomas de agotamiento, incapaz de representarle o de dirigirle, corrompida en sus fundamentos e ideales por su pernicioso funcionamiento y camuflada inmoralidad

A pesar de haber sobrevivido a un sinfín de operaciones de cambio de imagen, ha quedado más que demostrado que esta falsa democracia bipartidista, insulsa, arrodillada y fulana del capital, no responde a los intereses del pueblo sino a los del mercado, y a los caprichos de una élite financiera minoritaria y maquiavélica, que está expoliando, destruyendo y robando bajo el amparo de una legalidad que sólo ella legitima y ampara, que decide y organiza su sucia agencia mundial en reuniones y clubs secretos, no por su existencia sabida y aceptada por la ignorante y conformista masa, sino porque sólo ellos deciden sin preguntarle al mundo su parecer, y a la vista está de que lo están haciendo de culo para el 98% de la población, mientras sirven a los deseos de un suicida 2%.


El tiempo de las jerarquías toca a su fin, el tiempo de las estructuras y el dominio del capital, el tiempo del control del propio tiempo, el tiempo de las religiones que han separado al hombre de la ciencia y de su verdad, toca a su fin, porque por fin, comenzamos a comprender que cada ser es único y libre, que cada cual debe encontrase con su verdad y representarse a si mismo, defendiendo su individualidad, pero no de manera  fría, enfermiza y egoísta, sino con objeto de enriquecer la individualidad de sus semejantes compartiendo recursos, conocimientos, respeto, tolerancia y amor. El mundo se ha convertido en un lugar pequeño, donde la información y el contacto fluyen a raudales, y todo esto propicia los acontecimientos que se están sucediendo uno detrás de otro, acelerándose en un proceso lógico que va a terminar depurando los errores del pasado, mientras construye en los que habremos de caer en un futuro próximo. El cambio de ciclo se vislumbra ya en el horizonte, en ese extraño punto de inflexión que el 2012 ha marcado en el imaginario colectivo, en medio de un clima que para muchos es de tensión e incertidumbre, de preocupación y miedo, mientras que para otros comienza a ser de paz y sosiego, tranquilidad y confianza en la libertad que la conciencia desvelada proporciona.


Mientras, el planeta espera, paciente como ninguno, que todos como especie unida o de manera individual, demos el salto necesario que la naturaleza, sabia y equilibrada, se encargará de dar por nosotros, si nosotros no lo hacemos llegado el momento oportuno, limpiando la faz de la tierra de una especie cancerígena y molesta, que pasará a la historia por no haber sabido adaptarse ni evolucionar. Nadie es capaz de predecir cuando será, pero todos, con nuestros actos y pensamientos, estamos construyendo nuestro destino y el destino colectivo, cada día y en cada momento. Lo que ha de caer caerá, por el propio peso de la infamia y la desnaturalización, por el propio efecto revertido de lo injustamente alienado y artificialmente acelerado. Siempre se ha dicho que el tiempo pone a cada uno en su sitio y en su lugar. Que gran verdad universal. Quien hoy padece los abusos de unos, mañana descansará y podrá contemplar el infortunio de estos. Quien hoy se alimente con la especulación, mañana será objeto de la especulación en su vida. Quien hoy haga el mal, mañana obtendrá el mal. 

Nada ocurre por casualidad, pues sólo somos una insignificante viruta de polvo rebelde y estúpido, dentro de un orden cósmico perfecto, sabio e inalterable, que escucha a quienes saben escuchar, y que sigue su curso evolutivo, a pesar de que unos pocos e insignificantes humanos, en su materialidad y pobreza espiritual, hagan caso omiso a lo que sucede fuera, que no es ni más ni menos, que lo que está ocurriendo aquí, de forma muchísimo más acelerada y ante las propios narices de sus protagonistas.


jueves, 23 de junio de 2011

Homenaje a Mckenna

Seguro que para algunos perdió credibilidad por su afición a los enteógenos, la marihuana y otras sustancias psicotrópicas, pero lo cierto es que no creo que nada de lo que pensó, vivió y sintió el bueno de Terence, pueda tomarse a la ligera con facilidad. Falleció de un tumor cerebral inoperable el 3 de abril de 2000, pero hasta el último momento mantuvo una sonrisa en el rostro. Descansa en paz Mckenna.

miércoles, 22 de junio de 2011

House of numbers: La estafa del Sida, al descubierto

Ahora sabemos porque dejan que se mueran de hambre en África. El VIH es la excusa perfecta, primero para justificar las miles de muertes diarias por malaria, tuberculosis, tifus y demás enfermedades, segundo, para que las multinacionales farmacéuticas puedan seguir lucrándose con medicamentos que en el mejor de los casos cronifican una enfermedad y en el peor de ellos directamente te matan, y tercero porque acabar con la desnutrición y la falta de agua potable resultaría demasiado fácil pero poco rentable, y claro, esto último no interesa ya que no reportaría los enormes beneficios que ansían los vampiros capitalistas. El VIH y el SIDA son sólo un gigantesco negocio. La misma miseria de siempre. Unos se forran, mientras otros se mueren de hambre y pagan la codicia de los primeros. Así de tremenda es esta inmoral, desangelada y dicotómica sociedad humana en la que nos ha tocado vivir. Este documental es buenísimo, pero escandaloso por las enormes contradicciones, el ocultismo, las muertes innecesarias y los miles de millones que se mueven y se han movido en torno a la llamada pandemia del siglo XX. Impresionante ver y escuchar cómo Luc Montaigner, Premio Nobel de Medicina en 2008 y co-descubridor del virus, afirma que cualquier persona sana y con un sistema inmunológico fuerte, puede vencer y destruir el virus. Lo dicho, una verguenza



Quien no desee verlo entero o no disponga de tiempo suficiente, puede ver el momento clave del mismo, aquí debajo, aunque recomiendo de corazón verlo en su integridad.



miércoles, 15 de junio de 2011

Todo por la pasta, nada con la pasta

El dinero esclaviza, desvirtúa, engaña, corrompe, individualiza, idiotiza, artificializa,...sí, todo eso hace el dinero, sin embargo, es la salvia de nuestro leucémico sistema, y por lo tanto, por mucho que nos duela el saberlo o el tratar de conseguirlo, no tenemos más remedio que poner empeño en ello o morirnos de hambre. A pesar de todo y por fortuna, no todo resulta tan drástico y radical, y existen alternativas que pueden sofocar tan grave y abrupta realidad.

Todos sabemos que vivimos en un sistema capitalista y neoliberal, pero no todos somos adeptos al mismo ni a sus desenfrenadas pautas de consumo. De hecho, sólo unos pocos son capaces de ir en los primeros vagones de un tren que cada vez va más deprisa, sin saber que no muy lejos, se terminan las vías. Desgraciadamente, no hay opción para aquellos que no comparten sus ideales, más que acudir en masa a los últimos vagones, que, horror, se encuentran más llenos que ningún otro, a pesar de que la gran mayoría de sus ocupantes, desean abandonarlos para ocupar la primera clase. Extraño comportamiento el humano. O no tan extraño, pues el capital proporciona los medios necesarios para adquirir bienes que producen un placer inmediato en el mejor de los casos, u aplacan la necesidad en el peor de ellos. En esta dualidad enfrentada, reside la clave una y mil veces formulada por cientos de miles de seres humanos: ¿trabajar para vivir, o vivir para trabajar? Personalmente comulgo con la primera opción, pues si el dinero es sólo un medio, logicamente prefiero vivir con el mínimo necesario, pues vivir es el fin, y los verdaderos placeres de la vida apenas precisan de este.


El problema, el verdadero y preocupante problema, es que esta dualidad se enemista y enfrenta cada día más, pues el termino medio entre ambas está desapareciendo a marchas forzadas, no tanto por culpa de aquellos que prefieren trabajar para vivir, sino de aquellos que prefieren vivir para trabajar, y en su peculiar cerrazón y ceguera mental, están arrastrando a la pobreza y a la fuerza a miles de personas que no profesan sus mismos intereses, pues el sistema es competitivo, ciego y atroz, sirve a los intereses del más fuerte, y sus riendas se encuentran en las manos de este último grupo. 

No es fácil cambiar la mentalidad de las personas, más aún cuando estas llevan años siguiendo un "tren de vida" determinado, pues el ser humano es un animal costumbrista que rapidamente se aferra a su cotidiana monotonía vital. Además, el materialismo en el que algunos han caído, es una grave enfermedad que ha mellado de una forma dificilmente subsanable sus conciencias. Estas personas han adoptado un sistema de valores que basa la valía de un yo individualista en la riqueza exterior, desconociendo o ignorando el valor intrínseco de aquella real e interior. Lo grave del asunto es la mercantilización de sus vidas, pues sin ser conscientes de ello, empiezan a tratar a sus semejantes cómo si de otra mercadería se tratara. En este plano es donde la hipocresía y la frialdad hacen aparición, deteriorando y desvirtuando gravemente las relaciones humanas, que mutan a un "uso" del prójimo, siempre buscando el beneficio personal. De esta forma podemos encontrar por doquier la injusticia social, la violencia y los abusos, y ciñéndonos al propio sistema y al mundo laboral, un sinfín de empresarios que tratan a sus empleados como esclavos, exprimiéndoles hasta la saciedad por un sueldo miserable. Pero si hay algo verdaderamente triste, es que rara vez he visto felicidad en gente afectada por este mal, todo lo contrario, pues cuanto más dinero tienen, más se afanan y ciegan por conseguir más, en una carrera absurda que les va consumiendo en un mar de preocupaciones y soledad, minando su salud y empobreciendo su espíritu.

Sumido en estos pensamientos, habituales en mí, divagué antes de anoche y de madrugada por las silenciosas calles del barrio de Salamanca, acompañado únicamente por un sinfín de negras cucarachas, preguntándome cómo saldremos de este atolladero capitalista en el que nos hemos metido..o nos han metido.

jueves, 9 de junio de 2011

Reflexiones del lobo estepario

"¡Ah, es difícil encontrar esa huella de Dios en medio de esta vida que llevamos, en medio de este siglo tan contentadizo, tan burgués, tan falto de espiritualidad, a la vista de estas arquitecturas, de estos negocios, de esta política, de estos hombres! ¿Cómo no había yo de ser un lobo estepario y un pobre anacoreta en medio de un mundo, ninguno de cuyos fines comparto, ninguno de cuyos placeres me llama la atención? No puedo aguantar mucho tiempo ni en un teatro ni en un cine, apenas puedo leer un periódico, rara vez un libro moderno; no puedo comprender qué clase de placer y de alegría buscan los hombres en los hoteles y en los ferrocarriles totalmente llenos, en los cafés repletos de gente oyendo una música fastidiosa y pesada; en los bares y varietés de las elegantes ciudades lujosas, en las exposiciones universales, en las carreras, en las conferencias para los necesitados de ilustración, en los grandes lugares de deportes; no puedo entender ni compartir todos estos placeres, que a mi me serían desde luego asequibles y por los que tantos millares de personas se afanan y se agitan.
 Y lo que, por al contrario, me sucede a mí en las raras horas de placer, lo que para mí es delicia, suceso, elevación y éxtasis, eso no lo conoce, ni lo ama, ni lo busca el mundo más que si acaso en las novelas; en la vida, lo considera una locura. Y en efecto, si el mundo tiene razón, si esta música de los cafés, estas diversiones en masa, estos hombres americanos contentos con tan poco tienen razón,entonces soy yo el que no la tiene, entonces es verdad que estoy loco, entonces soy efectivamente el lobo estepario que tantas veces me he llamado, la bestia descarriada en un mundo que le es extraño e incomprensible, que ya no encuentra ni su hogar, ni su ambiente, ni su alimento".

Hermann Hesse "Der Steppenwolf" , 1927.