El deterioro social que he podido comprobar estos días en Ibiza, raya ya límites insospechados hasta el momento en el campo de la ingeniería social, e incluso me ha causado un cierto grado de temor y preocupación. Lo cierto es que he visto parques temáticos distribuidos por el mundo, más o menos homogéneos y repetitivos, pero el caso de la isla pitiusa se asemeja ya a un posible universo del ocio distópico propio de una novela de ciencia ficción, parecida al Mundo Feliz de Huxley. El adoctrinamiento sistémico es voraz y se palpa por todas partes, la marea humana subyacente se encuentra a pocos pasos de convertirse en una horda de zombies descerebrados y el capitalismo expoliador y mafioso ha encontrado en esta isla su víctima predilecta, destrozando el espíritu tradicional del lugar, o cuanto menos, borrándolo u arrinconándolo. Tanto es así, que para tratar de encontrar un remanso de paz y tranquilidad, de belleza natural o un mínimo de buen gusto, es preciso empeñarse en ello y armarse de paciencia, pues estos lugares escasean cada vez más y van quedando aislados y relegados por la mugre turística y el avance de las hordas de humanoides consumistas.
La realidad es, hoy por hoy, vomitiva y decepcionante, y apenas existe alternativa al gafapasta de gimnasio tatuado, ciclado y en camiseta de tirantes o a la barbie pechugona "bad girl", a la comida basura, a la empobrecida oferta de ocio nocturno y a la fealdad urbanística. A la cutrez generalizada, hablando en plata. Para colmo, toda esta basura se vende a precio de oro y la gran mayoría caen en la trampa consumista, no sólo por estupidez recalcitrante (a muchos les gusta la mierda), sino por desconocimiento, inocencia o mera candidez.
En Playa d'en Bossa, pueden verse los aviones despegando y aterrizando constantemente, casi a ras de los edificios más altos, mientras la gente se divierte o simula hacerlo, emborrachándose, drogándose y haciendo el gilipollas al borde del mar, escuchando un horroroso sonido sin melodía alguna conocido como Drum&Bass. Esta procesión incesante de vuelos comerciales, inunda la isla de insulsos y previsibles visitantes que parecen copias de fotocopiadora, tal es el alarmante parecido entre unos y otros, llegando en masa a desconectar sus empobrecidas mentes a manos de sus gurús musicales y muchos bajo el influjo de todo tipo de drogas sintéticas (Anfetaminas, LSD, Quetamina y el famoso MDMA o éxtasis), además de cocaina. Porque si algo hay que añadir al respecto, es que la droga y la mafia nocturna de grandes discotecas y DJ´s de música electrónica (antaño buen house y chillout de calidad) que se lucran con desorbitadas sumas de dinero por cada sesion, son la verdadera alma mater de Ibiza y el motor que mueve cada año a que miles de subnormales de todo el mundo acudan puntuales a la cita, con el fin de pulirse todos los ahorros del curso en un ejercicio de envenenamiento físico, mental y espiritual.
En Playa d'en Bossa, pueden verse los aviones despegando y aterrizando constantemente, casi a ras de los edificios más altos, mientras la gente se divierte o simula hacerlo, emborrachándose, drogándose y haciendo el gilipollas al borde del mar, escuchando un horroroso sonido sin melodía alguna conocido como Drum&Bass. Esta procesión incesante de vuelos comerciales, inunda la isla de insulsos y previsibles visitantes que parecen copias de fotocopiadora, tal es el alarmante parecido entre unos y otros, llegando en masa a desconectar sus empobrecidas mentes a manos de sus gurús musicales y muchos bajo el influjo de todo tipo de drogas sintéticas (Anfetaminas, LSD, Quetamina y el famoso MDMA o éxtasis), además de cocaina. Porque si algo hay que añadir al respecto, es que la droga y la mafia nocturna de grandes discotecas y DJ´s de música electrónica (antaño buen house y chillout de calidad) que se lucran con desorbitadas sumas de dinero por cada sesion, son la verdadera alma mater de Ibiza y el motor que mueve cada año a que miles de subnormales de todo el mundo acudan puntuales a la cita, con el fin de pulirse todos los ahorros del curso en un ejercicio de envenenamiento físico, mental y espiritual.
Cartel publicitario de una de tantas fiestas. El nombre de la sesión no puede ser más explícito en una isla movida por el sexo y las drogas. Las entradas a discotecas o, mataderos cerebrales para borregos, oscilan entre la friolera de 35 y 80 euros por noche.
Los puntos neurálgicos de toda esta decadencia tecnocrática y capitalista, servida en bandeja, deshuesada y putrefacta, los encontramos principalmente en Playa d'en Bossa y alrededores (Space, Yushuaia, Bora Bora, etc..), y en San Antonio (Es Paradis), que es también el paraíso del clásico guiri borracho e infumable con edad mental próxima a los 5 años biológicos, si es que llega. Darse un paseo por estos lugares a cualquier hora del día es, efectivamente, encontrarse subitamente envuelto en una atmósfera circense sin parangón: Sujetos humanos ligeros de ropa y disfrazados con gafas de mosquito, silicona, botox, tinta bajo la piel y hormonas de crecimiento, un mareante mosaico multicolor de rótulos luminosos y flyers de discoteca, la incesante y molesta música convertida en ruido por verse mezclada al proceder de distintos lugares (chiringuitos, discotecas, restaurantes playeros) y una amplia gama de olores intensos y penetrantes (fritanga, contenedores de basura, etc..), constituyen el corrosivo menú a la carta impuesto con violento estrépito por la isla más internacionalmente conocida del planeta. Tras 5 minutos deambulando por estos lares, le entran a uno ganas de esfumarse a miles de kilómetros y el terror lógico, consabido y vergonzante, a ser descubierto por conocido o familiar en esta guardería o circo de los idiotas.
Cala Mastella, uno de los pocos lugares de la isla que aún conservan toda su pureza e identidad, aún protegida por verdes praderas de posidonia y una afluencia moderada de turistas y veraneantes.
Para empeorar las cosas, Ibiza se encuentra atestada de italianos macarras y maleducados, que se creen los dueños del cotarro e infectan aún más el delicado caldo de cultivo que se genera cada verano. Tan sólo unos pocos kilómetros más al sur se encuentra Formentera, y esta hermosa y tranquila isla de aguas transparentes y rica vida marina está ya literalmente tomada por la colonia azurra y asfixiada por la ingente cantidad de motos que circulan cada día por sus carreteras, en un tránsito infernal e incesante. Sin embargo, la isla blanca aún sigue mereciendo la pena. Incluso su hermana mayor, Ibiza, siempre que se disponga de una buena dosis de paciencia y espíritu aventurero para encontrar los rincones repletos de autenticidad y belleza que aún conserva la isla, como premio para aquellos intrépidos y auténticos veraneantes que se precien en el intento...
Me alegra verte de vuelta. Como ves las cosas están cada vez peor. Yo estuve es Ibiza hace ya algunos años y por lo que cuentas sigue igual, explotandolo todo y promoviendo esta clase de turismo, que es para lo único que valemos, en vez de preocuparnos por atraer la innovación y la industria que es el verdadero motor económico de un pais. Saludos
ResponderEliminarcreo que se me quitaron todas las ganas de ir a ibiza algun dia jajaja, te recomienod una peli chistosa sobre la leyenda de n dj que quedo sordo en ibiza.. It's all gone pete tongue
ResponderEliminarun abrazo fuerte
House y Chillout??? Buaghh q asco, ruido de pijos y modernillos ignorantes...
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