lunes, 31 de diciembre de 2012

Memorias de un hombre libre


"El mundo me parecía ahora una tierra lejana, de donde nada tenía que esperar, y con la cual, en una palabra, habían terminado para siempre mis relaciones; Juzgaba, sin embargo, que después de esta vida, quizá vería el mundo como un lugar en el cual había vivido, pero del que había salido, y que podría decirle como Abraham al rico avariento:  Entre los dos media un abismo. 
Estaba en mi isla, lejos de los vicios del mundo y al abrigo de todas sus tentaciones. Nada envidiaba, porque tenía todo lo que podía desear: era el señor de aquél territorio; no tenía más que llamarme rey o emperador de aquellos contornos; carecía de rival o de competidor que me disputase la soberanía o la dividiese conmigo...


Isla de la Tortuga, Haití, refugio de piratas y bucaneros en el siglo XVII.


...podía coger grano suficiente para cargar muchos navíos, pero entonces no podía hacer uso de él; así, no sembraba más que el que necesitaba. Tenía tortugas en abundancia, pero no las cogía sino de cuando en cuando, según mis necesidades. También tenía madera bastante para construir una flota; viñas suficientes para cargarla de vinos y racimos secos; pero las cosas de que yo podía hacer uso eran sólo de algún valor para mí; una vez satisfecho, ¿qué me importaba lo sobrante? Si hubiera cazado más de lo que podía comer, tendría que dárselo al perro o tirarlo; si sembrado más grano del que podía consumir, se echaría a perder. Los árboles que cortara se pudrirían sobre la tierra, pues ¿cómo emplearlos de otro modo más que en hacer lumbre para preparar mi comida? En una palabra: La Naturaleza y la experiencia nos enseñan, después de maduras reflexiones, que las mejores cosas de este mundo son buenas hasta tanto que bastan para nuestro uso, pero pasando de ahí no nos sirven ya para nada...


Isla de Pitcairn, Polinesia. Refugio y hogar de los amotinados del Motín del Bounty desde 1790.


...el más insaciable avaro se hubiera corregido de haberse encontrado en mi lugar, porque poseía multitud de cosas que no sabía que hacer de ellas. Desde entonces, mi vida fue más tranquila que lo había sido antes y más provechosa, tanto para mi alma como para mi cuerpo. Muchas veces, cuando me sentaba a comer, daba gracias a Dios y admiraba su Providencia al ver mi abundante comida en aquél desierto. Había aprendido a considerar mi posición desde el lado bueno más que desde el malo, y mis placeres más que mis privaciones, y con esto experimentaba algunas veces un secreto bienestar que yo mismo no acertaba a comprender...




...y llamo la atención sobre esto para que sirva de ejemplo a aquellos que no disfrutan como deben de los bienes que Dios les ha concedido, porque ambicionan los que no tienen. La aflicción que nos causa lo que no tenemos me parece provenir de la ingratitud que manifestamos por lo que tenemos."


"Aventuras de Robinson Crusoe", Daniel Defoe (1660-1731)

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