miércoles, 6 de marzo de 2013

Hasta siempre comandante





Dice el periodista  Iñaki Gabilondo, que todo en torno a Hugo Chávez  fue, ha sido y será "extremo". Personalmente, prefiero pensar que el fruto de lo extremo nace con la grandeza y la peculiaridad propia e individual, en un mundo hoy poblado por anormales normalizados. Que todo aquél que es amado u odiado, no puede pasar desapercibido. Así fue Hugo Chávez, el padre del socialismo latinoamericano, el revolucionario que hizo realidad el sueño de los más desfavorecidos, el hombre que se enfrentó a un imperio y puso patas arriba, no sin tesón, muchísimo esfuerzo y hasta sufriendo un intento fallido de golpe de estado, a una Venezuela caciquil y corrupta. Una Venezuela de extremos y desigualdades, que gracias a la labor del Comandante, se opuso gradualmente a la injusticia y luchó contra el capital y el interés privado, lo que le produjo innumerables detractores, sí, pero no menos seguidores y con el tiempo, hasta fervientes admiradores. Porque Chávez gobernó con el pueblo y para el pueblo, y nunca sin el pueblo. Chávez creó "Patria" y sus políticas sociales alimentaron lo que a la larga le precedería hasta la muerte: El Chavismo. Creó escuelas públicas, redujo drásticamente la extrema pobreza y la pobreza, expropió latifundios y nacionalizó la principal riqueza del país: el oro negro o petróleo, siendo durante sus mandatos el salario mínimo interprofesional el más elevado del continente suramericano.

Muchos criticarán sus políticas intervencionistas, la excesiva dependencia del petróleo e incluso la desmesurada e imparable inflación de la moneda nacional, el bolívar, pero Venezuela puede considerarse actualmente como uno de los últimos estado-nación que aún perviven (o sobreviven) en un mundo cada día más globalizado y desequilibrado, controlado por gobiernos cada vez más antidemocráticos al servicio de corporaciones y transnacionales de rapiña. Si algo hizo bien este brillante militar del cuerpo de ingenieros, fue resistirse a los embates del capitalismo especulador que hoy empieza a oprimir las libertades y los derechos más básicos de los ciudadanos en Occidente. Usó el petróleo, un bien nacional, para proteger a los suyos, en vez de hacerlo para aprovecharse a su costa y en beneficio propio, miserabilizándolos e hincando las rodillas ante el ruin y genocida FMI. Por ello,  fue tildado de peligroso enemigo, y acorralado, encontró apoyos en la Rusia de Vladimir Putin o en la Cuba de los hermanos Castro y el Irán de Ahmadineyad, dos claros bastiones de resistencia al nuevo orden mundial fascista financiero, al tiempo que recibía también y de forma creciente, el apoyo de su gente.

Así se hizo fuerte Hugo Chávez, en un mundo que agoniza ante la amenaza de una dictadura sionista capitalista sin precedentes que se cierne hoy sobre toda la humanidad, y que tiene la desfachatez de disfrazarse de falsa democracia. Y se hizo fuerte, además, dejándonos verdaderas joyas verbales no exentas de absoluta credibilidad, que causaron revuelo e indignación, pero también asombro y admiración entre la opinión pública de todo el mundo. Una de ellas fue su comparecencia en la ONU en 2006, mentando al vil tejano de Bush como el mismísimo diablo o acusando al neocon de Aznar, el del trío de las Azores, con un merecido y sonoro "fascista" en presencia de Zapatero y el propio rey de España. Tal fue la indignación del matarife de elefantes y endogámico Borbón, que rompiendo todo protocolo y presa de la ira más infundada, le espetó aquél famoso "Por qué no te callas", antes de abandonar el pleno de la Cumbre Iberoamericana de 2007.








No cabe duda de que a Hugo Chávez no le faltaron cojones para decir las cosas altas y claras, pero si algo le debemos a este hombre, es el haber sentado el precedente de que si se quiere, se puede. El problema es que hoy por hoy, no se quiere, y en nuestra suciocracia actual tenemos que asistir a una procesión de despreocupados zombies en creciente estado de lobotomización mental, circular impávidos y ajenos a la obscena realidad del expolio de lo público, la mentira y la instauración paulatina de un estado policial (al menos en Grecia o España, verdaderos conejillos de Indias del nuevo orden mundial sionista usurero internacional). La muerte se ha llevado al dirigente venezolano antes de tiempo, pero la estrella del Chavismo, iluminada por el amor de los corazones de un pueblo hoy roto y devastado por el dolor de su pérdida, mantendrá a buen seguro su brillo, por más que el fantasma del neoliberalismo globalista nos condene a todos a la noche más oscura jamás vista por los ojos de los pocos hombres libres y conscientes que aún perviven en esta esfera de despropósito humano.


Descansa en Paz, Comandante.

4 comentarios:

  1. Muy buenas palabras tío, me ha encantao eso de los anormales normalizados y lo de los gobiernos soinistas rapiñeros. Llamemos a las cosas por su nombre!
    Genial el comienzo del cuarto párrafo! Verdades como puños.
    Debiéramos reflexionar un poco sobre la imagen ke los medios han kerido dar akí del comandante: le criticamos la nacionalización de unos recursos ke se venden mediáticamente como beneficio de nuestro país cuando sólo son perras pa los mismos perros de siempre (con todo el perdón del mundo a nuestros amados cánidos, no debiéramos asociarlos con esa aserción tan negativa); y ké decir del famoso exabrupto del subnormal del monarca, ke ya ni sabe pronunciar el puto borracho, lo celebramos honrosamente como un acto de valentía! Valientes hijos de puta es lo ke son!

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  2. Creo que debieras acercarte mas al pueblo llano si no te entienden no te leen y si no te leen ¿para que te sirve escribir'

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  3. Algunas de las políticas de este hombre me gustaban. Pero su odio a España (inherente en los sudamericanos, me temo) y sus discursos populistas no me llegaron a convencer nunca. Y mucho menos cómo gestionaba su país.
    Fuerza y Honor.

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