Unido a los peligrosos gases que parecen emanar del subsuelo, y a los sospechosos olores que a veces padecemos los usuarios de metro en andenes y vagones, se une ahora la porquería visible en los suelos de estos últimos, producto de la ineficacia o dejadez de la empresa limpiadora y de la imberbe juventud, que se dedica a comenzar el botellón durante el trayecto, camino de sus lugares de encuentro en el centro urbano. Huelga decir, que no sólo lo dejan todo lleno de miasmas, sino que además, infectan la tranquilidad del metro con sus púberes alaridos, comportándose como auténticos cochinos en la porqueriza, ya que tienen la costumbre de tirarse por el suelo, que es donde al parecer les corresponde estar, por su naturaleza gorrina. Un asco, ya que con el paso de las horas la mierda termina secándose, y debe resultar dificil eliminarla. Quizá, raspando con un cincel...Lo dicho, hediondo y decadente.
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| Una hermosa muestra de la Gorrinez Celtibérica |
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