miércoles, 2 de noviembre de 2011

Refugios de montaña

Mi poza favorita en la Pedriza, a unos 200 metros de "Los Chorros". Octubre 2011


En el llano, allí donde tiene lugar la frenética y malparada actividad humana, no hay apenas espacio o lugar en el que reine la quietud y la paz. Dicen que es allí donde el diablo se ampara en el anonimato de miles de seres, que caminan con pesarosa y sufriente celeridad, confundiéndoles con sus mercaderías y proyecciones de vida fundadas en un instaurado y socializado sueño de vida. Sueño arraigado con la fuerza y con la ferocidad que proporciona el miedo a lo desconocido, inoculado desde la noche de los tiempos en el inconsciente de la mente colectiva.


Camino de Los Chorros, Octubre 2011


Lejos de la burbuja humanoide, el sueño artificial se deshilacha irremediablemente, perdiendo todo su sentido. La naturaleza no entiende de inopia social. Ella es inalterable en su eterna sucesión de ciclos cambiantes, y se encuentra en constante movimiento. Su esencia misma es la del caudaloso torrente que fluye río abajo, montaña abajo, y que parece buscar al hombre para transmitirle el secreto de la vida. Pero este le hace caso omiso, tal vez ni siquiera le escuche, sumido como está en su letargo cotidiano. 


El Dr.Enesla, asiduo lector de este blog, pensativo en un remanso del río


Otros sin embargo, escuchamos esta llamada y nos adentramos en la soledad de la montaña, donde a veces tiene lugar una dura lucha interna que tememos enfrentar. A medida que el hombre asciende camino a la cumbre, sus letárgicos demonios parecen evaporarse, y todo su ego, prejuicios, temores internos, proyectos e ideales utópicos, y demás capas que conforman su programada y condicionada vida, terminan por desintegrarse. Por fin, en su parte más elevada, tiene lugar la más perfecta y divina representación del paisaje, que ordena el rompecabezas mental de su observador, infundándole respeto, humildad y sabiduría. Sólo desde allí puede atisbarse, si se escudriña con detenimiento, una oleosa y negra mancha en el horizonte, que pervierte momentáneamente la imagen del orden natural más perfecto. Esa mancha, es una metrópoli en la que reinan el caos y la confusión. Esa mancha, se llama Madrid.


Charca Verde, un soleado y tranquilo día de mayo de 2011

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