Colapso

Hoy en día estamos más cerca que nunca de un colapso, de una tercera guerra mundial para salvaguardar los intereses de una minoría, reducir la población y al mismo tiempo, encubrir el gran fraude, y quién sabe, si a la postre, de un futuro Nuevo Orden Mundial impuesto a los que queden. Explicaré los sólidos motivos que me mueven a creer en esta afirmación:

En primer lugar, por el funcionamiento del propio sistema, un capitalismo despiadado, depredador y hostil, que entraña violencia en todas sus formas por las terribles desigualdades que provoca, y que sirve únicamente a los intereses minoritarios de una oligarquía financiera. Este jerárquico y expoliador sistema sólo puede alimentarse a costa de un crecimiento infinito, basado en la dualidad dicotómica de la deuda y el beneficio, en un planeta con recursos finitos.

En segundo lugar, por la formación de dos peligrosos bloques a nivel mundial, en el marco de crisis capitalista global, que afecta principalmente al primero, el eje USA-UE, sumido en un agujero financiero dependiente del segundo bloque, Rusia-China, acumulando este ultimo miles de millones en deuda occidental, y que, caso de Rusia, tiene en su poder las mayores reservas energéticas del mundo. Así mismo, este dinámico bloque ansía un cambio de poderes y el control de la economía mundial, hasta el momento en manos de los vampiros sionistas capitalistas de Occidente (Wall Street y la Reserva Federal).

En tercer lugar, un desalentador panorama en Oriente Medio, con una ola de guerras imperialistas y revoluciones que buscan una democracia exportada por los intereses occidentales y las transnacionales petroleras, y una cruda y creciente animadversión hacía el estado judío de Israel, estrecho y fiel aliado de la Casa Blanca, que se perfila como el guardián militar en la zona, opuesto a Irán, aliado del bloque oriental, acérrimo enemigo de Israel y de Occidente, y con capacidad para responder a un ataque sionista.

En cuarto lugar, un arsenal nuclear, aunque desarmado en parte, suficiente para licuarnos en papilla cósmica y originar un conflicto bélico fatal en el planeta. Las posibilidades de una guerra nuclear o bacteriologica aumentan, porque los recursos, como decíamos, son finitos, y el desprecio de la clase dirigente por la naturaleza y el género humano, están más que consolidados, a la vista de los tristes acontecimientos que asolan la faz de la tierra y que parecen no tener fin.

En quinto lugar, una contaminación grave del conjunto de la biosfera debido a la generalización del uso de los combustibles fósiles en las últimas 10 décadas, contaminación industrial y química que afecta a la atmósfera, a los océanos y a los ríos, capas freáticas y acuíferos, o lo que es más grave, al agua potable. Una desaparición acelerada de las selvas y bosques tropicales mundiales, auténticos sumideros de CO2, a consecuencia de la tala indiscriminada por parte de madereras, y la generalización de los cultivos extensivos de soja y maíz principalmente, que una vez cumplido el cíclo y dada la extrema pobreza edáfica del suelo tropical, son abandonados en beneficio de una creciente industria ganadera. Por último, una fragmentación, simplificación y el retroceso generalizado de los diferentes ecosistemas naturales de la tierra en todos sus frentes, con extinción masiva de especies, vitales para la investigación biomédica celular y molecular.

En sexto y último lugar, una superpoblación mundial que casi alcanza los 7000 millones de habitantes y que sigue en aumento. A pesar de que el planeta tiene recursos suficientes para alimentar a 10.000 millones, la especulación financiera y la acumulación de riqueza en pocas manos, hace peligrar esta balanza desde que el punto de inflexión ecológica fuera sobrepasado con la crisis del petróleo en los años setenta. Además, una creciente clase media en países emergentes como India, China o Brasil, complica aún más las cosas. Esto significa que la huella ecológica del humano en el planeta es ampliamente superior a la capacidad de este para regenerarse, y el impacto que genera  es cada vez mayor, debido a la dinámica consumista que impone la lógica economicista del mercado capitalista. Peor aún, las ciudades son los entes humanos que más huella ecológica generan, así como los que más contaminan. Un 70 % de la población mundial se acumulará en las ciudades hacia el año 2025, si es que llegamos. Gran parte de esta, tratará de sobrevivir como pueda en las ya conocidas cómo Mega-Regiones urbanas, que proliferan y se expanden como gusanos al calor del desarrollo económico, por todo el Sudeste Asiático.