sábado, 8 de octubre de 2011

Mensaje de Gaia

A pesar del despropósito y la inmundicia, productos de la mayor vileza y tropelía humana, que me rodean por doquier en esta gran urbe en la que me encuentro, me siento tranquilo y estático como el roble solidamente asentado en las faldas de una tranquila montaña. No he dejado de sentir ni un sólo momento la llamada, suave y paciente, constante e inalterable, de aquella a la que considero mi madre. Sin embargo, nunca me he sentido tán solo, desde el momento en el que decidí poner fin a mi periplo con ella, y nunca los escarceos me habían resultado tan apasionadamente irresistibles como lo son ahora, cada vez que regreso a su lado. Ella me infundó fuerza y esperanza en los momentos más oscuros,  y tejió mi sagrado aprendizaje vital con armonía y equilibrio. Ella me ha enseñado lo que soy, y ella soy, desde la noche de los tiempos. Ahora también, sus heridas me acompañan, en esta extraña época que vivimos.  Mis días aquí, están contados, y mi soledad, tiene fecha de caducidad. Ella es consciente de que mi partida es inminente, pero habrá de llegar en el momento preciso, pues aunque le pertenezco, no seré digno de su sereno equilibrio hasta que por mi propio pie vuelva a su regazo, a través de polvorientos caminos olvidados por el hombre, y sinuosas sendas de montaña. 


Sólo me ha pedido que hable con este, con el hombre, su hijo descarriado, el fruto de su vientre bastardo, aquél que aniquila a sus semejantes por gloria y poder efímeros, aquél que mancilla la tierra a su paso y devora los frutos de la abundancia que le fueron ofrecidos, dejando morir de inanición a sus hermanos, aquél, que lucha contra el tiempo y la razón de su existencia, que jamás poseyó y jamás comprendió. Este hijo de la tierra me ha causado un enorme e insoportable dolor, y ha llegado el momento de poner fin a sus días, antes de que convierta este mundo en cenizas.





¿Que puede hacer un simple hombre, para bajar al hombre de su nube, cómo puede hacerle comprender que todo intento de control y desleal sometimiento sobre la naturaleza está abocado al fracaso más estrepitoso? Puede que exista una solución, y ya que la vida es un camino, le dirá que salga de las ciudades y camine volviendo a sus orígenes, pues sólo allí retomará la consciencia de lo que es y nunca dejó de ser. Sólo allí comprenderá la inutilidad de las mercaderías que con avaricia antaño le poseyeron, acumuladas en su material sinvivir cotidiano. Quizá allí comprenda, que la realidad es simple y hermosa, cuando adquiera conocimiento del propio tiempo que ha dejado de escurrírsele atropelladamente por el sumidero de su acelerada existencia. Sólo entonces el cáliz sagrado de Gaía comenzará a llenar su parco espíritu y alimentará su consciencia y corazón humanos, redescubiertos finalmente en un utópico renacer. 



Y no estará sólo. Los grillos le acompañarán en las noches de verano, las chicharras en la calurosa y soleada campiña del mediodía, la vegetación se agitará alegre presta a su paso en la corriente vespertina del atardecer, mientras las rapaces de las alturas clamen con orgullo su llegada. Finalmente, cuando la oscuridad se haya enseñoreado en el ocaso del día, y sienta propias la vulnerabilidad y la aflicción por el cansancio y la incertidumbre, incluso en ese momento, la inmensidad del cosmos se abrirá eterna y absoluta sobre su cabeza, para decirle con certeza: no estás solo.





4 comentarios:

  1. Bonita entrada, si eso pudiera llegar a suceder, casi todo estaría resuelto, el problema es que el hombre, usa la naturaleza, para su provecho, y hasta que todo de un estallido, no dejará de hacerlo, por muchas llamadas y señales de que esto se termina si no ponemos coto a nuestras tropelias.

    Tengo problemas con el ordenador, no se si te llegará esta vez mi comentario.

    Un abrazo.

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  2. Dependemos de la naturaleza no solo para nuestra supervivencia física. También necesitamos a la naturaleza para que nos enseñe el camino a casa, el camino de salida de la prisión de nuestras mentes. Nos hemos perdido en el hacer, en el pensar, en el recordar, en el anticipar: estamos perdidos en un complejo laberinto, en un mundo de problemas. Hemos olvidado lo que las rocas, las plantas y los animales ya saben. Nos hemos olvidado de:

    v Ser nosotros mismos, cada vez mas, actuamos como los demás esperan que actuemos y escondemos lo que somos y como somos por diferentes razones, en su gran mayoría por miedo, porque cada día es mas difícil mantener los principios que nos inculcaron de niños y que parece que nos da problemas íntimos no solo manifestar sino que tampoco los estamos trasmitiendo a nuestros hijos, solo hay que mirar a nuestro alrededor y ver a los niños y adolescentes actuales. Afortunadamente solo son una minoría pero parecen muchos

    v Estar en silencio, de pensar de analizar nuestras expectativas, nuestros deseos, nuestras aspiraciones, nuestra forma de vida, etc.

    v Estar donde esta la vida, Aquí y Ahora, defender una forma de vida solidaria y apoyando a los que lo necesitan. Sólo una puntualización “ayudar a aquellos que se ayudan a sí mismos, no a los que esperan que todo se lo den los demás” para estos, solo hay que decirles que “la suerte existe, pero sólo cuando estas en la tarea, o sea, trabajando”

    Llevar tu atención a una piedra, a un árbol o a un animal no significa pensar en ellos, sino simplemente percibirlos darte cuenta de ellos. Entonces se te transmite algo de su esencia. Sientes lo profundamente que descansa en el Ser, completamente unificado con lo que es y con donde esta. Al darte cuenta de ello, tú también entras en un lugar de profundo reposo dentro de ti mismo.

    Cuando camines o descanses en la naturaleza, honra ese reino permaneciendo allí plenamente. Serénate. Mira. Escucha.

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  3. Bueno Isis, es mi experiencia personal, pero las percepciones y la sensibilidad con el mundo natural, varían de persona en persona.

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  4. Es muy ‘’humano’’ lo que leo, algo que no pasa últimamente, es sincero, verdadero e imperfectamente perfecto…

    No sé los demás, pero yo he sentido cada palabra, como si con mi propia sangre se hubiera escrito, aunque sean palabras, arrejuntadas que describen no más que un sentimiento.

    Siempre he pensado que subestimamos nuestras sensaciones intentando describirlas con palabras, porque no llegan, nos quedamos cortos…pero tú, Lobo, por lo menos a mi parecer, lo estas consiguiendo, no te mientes, eres fiel a tus sentidos y de cada palabra que escribes, renace un nuevo sentimiento que a los que te leemos, nos permite dejar volar la imaginación y reconstruir tu texto, a nuestra manera, según se adecue a nuestras vidas, a nuestro camino,pero manteniendo el mismo mensaje, la misma idea.

    Muchos somos los que compartimos tu visón y un criterio similar al tuyo acerca del mundo, de la vida, pero pocos se atreven, por razones de orgullo y prejuicios, a admitirlo.

    Siegue así.

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